Residuos de palma convertidos en material biolaminado
Ingenieros de Los Andes crearon un material compuesto biodegradable con características similares al aluminio o a la fibra de vidrio.La Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) concedió recientemente la patente de invención al Material compuesto biodegradable de fibra natural de Manicaria saccifera y ácido poliláctico, y su método de fabricación, cuyos inventores son Alejandro Marañón, profesor asociado de Ingeniería Mecánica y Alicia Porras, profesora asistente de Ingeniería Química, en compañía del egresado del programa de Doctorado en Ingeniería, Camilo Hernández.
La palma Manicaria saccifera, también conocida como cabecinegro, es originaria de los bosques inundables del Chocó. Posee un especial interés para los investigadores pues su flor viene envuelta en un capuchón o bráctea, la cual ha sido usada por décadas por los artesanos de la región para elaborar sombreros, sandalias y bolsos.
Al ser un "residuo" de la palma, no se lastima su tallo en el proceso de extracción como sucede con otras fibras naturales, y su tejido de fibras naturalmente entrecruzadas la hacen aún más interesante para el desarrollo de nuevos materiales eco-amigables.
Conozca la ficha técnica de este invento AQUÍ
"En Colombia hay 380 tipos de fibras naturales, lo que nos convierte en una potencia. Sin embargo, solo hemos industrializado a 10 de ellas, como el fique, el lino y el algodón. Lo que hicimos con estudiantes de pregrado, maestría y doctorado del Grupo de Integridad Estructural fue modificar la fibra natural mediante tratamientos superficiales para mejorar los mecanismos de adhesión con la resina de ácido poliláctico, la cual también es renovable, pues se produce a partir de la fermentación de maíz", cuenta el profesor Marañón, quien hace más de 10 años empezó a explorar las propiedades de fibras naturales para crear materiales compuestos.
Como resultado, el grupo logró identificar las propiedades de la fibra en combinación con la resina y las optimizó variando su concentración, temperatura, presión y método de procesamiento, logrando así características físicas y mecánicas similares al aluminio o a la fibra de vidrio. "Esta última es muy apetecida por los industriales por sus bajos costos de producción, pero estudios recientes han demostrado que generan problemas de piel y respiratorios a sus operarios. Incluso en Europa ya existe una política que exige que el 95% de las partes de un carro deben ser biodegradables o reutilizables, lo cual puso en la mira a las fibras naturales", explica la profesora Porras.
Luego de haber gestionado la patente con el apoyo de Colciencias y del Centro de Emprendimiento de Uniandes, el grupo de investigación ha hecho algunos acercamientos para trabajar de la mano con la comunidad chocoana en la cuantificación del producto, pensando en desarrollar productos ecológicos derivados de su bosque, que reduzcan la tala indiscriminada.
"El cabecinegro es silvestre, crece en un bosque inundable que como ingenieros estamos llamados a preservar. Conocemos de otros territorios similares en Costa Rica, Panamá y Brasil, haciendo posible evaluar la escalabilidad de la producción a nivel continental", manifiesta Camilo Hernández, quien es también profesor de la Escuela Colombiana de Ingenieros Julio Garavito.
Si un artesano supiera que de ese capuchón marrón podrían fabricarse elementos tan variados como tableros para el sector automotriz; mobiliarios para construcción; embalajes para alimentos; carcasas para dispositivos electrónicos e instrumentos musicales, e incluso productos deportivos como raquetas, sería otra la historia.
Colombia no sería exclusivamente una despensa de fibras naturales, sino que su producción académica para caracterizarlas crecería a la par de su industria manufacturera, y dejaría de ser ese exportador de materias primas que no genera empleo ni conocimiento técnico en su interior.
Los profesores saben que, con la obtención de la patente, se abren nuevas puertas. Tienen fe en los futuros ingenieros uniandinos, quienes están siendo educados con el chip del emprendimiento sostenible y quienes podrán unirse a la nueva línea de investigación en desarrollo y caracterización de materiales compuestos usando fibras naturales colombianas y residuos agroindustriales, para el diseño de productos verdes, la cual liderará la profesora Porras.
Y aunque los investigadores son conscientes de que el planeta no aguantará mucho más tiempo la acumulación ilimitada de desechos sólidos, ésta no es una misión de la academia sola. Es necesario convocar a los empresarios agroindustriales, para que vean el potencial único de transformación y valor agregado de sus "desechos" y consideren a esta patente como una posible alidada para dejarle un mejor planeta a las generaciones venideras.