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Sobre el uso de la fuerza en escenarios de protesta social

"No se pueden naturalizar ni minimizar los problemas y escándalos de una organización solo por respaldar la institucionalidad", Manuel Iturralde.
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En los últimos tres años, la crisis social en Colombia ha sido uno de los puntos más importantes en la agenda nacional. Los jóvenes se han convertido en esa voz encargada de sacar a flote los inconformismos de la gente a través de la protesta social, pero también muchos de ellos han recibido con más fuerza la mano dura de las autoridades.

En un artículo publicado en diciembre de 2021, en el diario El País, titulado “La ONU responsabiliza a la policía de al menos 28 muertes durante las protestas de este año en Colombia” se denuncia el uso desproporcionado de la fuerza por parte de los miembros de la Policía y el Escuadrón Movil Antidisturbios (Esmad). El artículo toma como referencia el informe Lecciones aprendidas y observaciones del Paro Nacional 2021, el cual indica que "en 10 de esas 28 muertes estarían involucrados agentes de Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía Nacional".

“Para poder enfrentar un problema, primero se debe reconocer que hay un problema”, expresa Manuel Iturralde, profesor de Derecho de la Universidad de los Andes, quien en su investigación “Ser duros o ser justos. Uso de la fuerza y su impacto sobre la eficacia y legitimidad de la policía en el control de la protesta social” profundiza en cuatro aspectos clave para entender la situación y proponer posibles soluciones:

1. El rompimiento de las reglas por parte de los agentes de policía y cómo contrarrestarlos

2. El ejercicio del poder policial frente a la protesta social

3. La policía colombiana y sus prácticas frente a la protesta social

4. Los cambios que pueden propiciar la reducción del abuso de la fuerza policial frente a la protesta social.

A pesar de que hay normas, protocolos o procedimientos de cómo ejercer la fuerza, se sigue utilizando de manera excesiva y desproporcionada en escenarios de protesta social.

Manuel Iturralde,
profesor de Derecho de la Universidad de los Andes

Para Iturralde, fortalecer los mecanismos de control externos a la Policía con más sanciones penales y disciplinarias no va a cambiar de fondo los comportamientos de los miembros de la institución. Lo que sí puede generar un impacto diferente es la transformación de la cultura organizacional con el fin de realizar cambios estructurales dentro de la Policía. "A pesar de que hay normas, protocolos o procedimientos de cómo ejercer la fuerza, se sigue utilizando de manera excesiva y desproporcionada en escenarios de protesta social", señala Iturralde, que también es director del área de Derecho penal, procesal penal y criminología de la Facultad de Derecho.

Entre los ejemplos que podrían generar desarrollo y cambio, la recomendación de expertos es preparar mejores agentes que vayan acorde a los principios y valores de la organización: propiciar espacios para que se sientan satisfechos y bien tratados, generar un clima laboral saludable, cambiar los procedimientos administrativos y contratar miembros con vocación que sean aliados de la ciudadanía.

El estudio destaca, además, que "si la policía goza de legitimidad entre la ciudadanía, esta estará más dispuesta a seguir las normas y a acatar las indicaciones de los agentes para garantizar la convivencia y el orden público dentro de un régimen democrático."

Ángela Zorro, investigadora del Justice Lab y Neubauer Distinguished Doctoral Fellow en el Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago, afirma que “la policía sigue utilizando los mismos métodos para responder a los diferentes conflictos desde los años setenta”. Por esta, y por otras razones, la desconfianza de la ciudadanía frente a la institución policial es alta.

En pocas palabras, el abuso policial se debe reconocer como un problema estructural desde las altas jerarquías y el propio gobierno nacional, para no caer en el uso desproporcionado de la fuerza en escenarios de protesta social. "No se pueden naturalizar ni minimizar los problemas y escándalos de una organización solo por respaldar la institucionalidad", afirma Iturralde.

Las conclusiones de la investigación fueron presentadas en un seminario organizado por el Centro de Investigaciones Sociojurídicas (CIJUS) de Los Andes, donde los autores hicieron algunas sugerencias para lograr una transformación en la institución que beneficie tanto a los miembros de la Policía como a la ciudadanía:

Liderazgo político y compromiso institucional
Compromiso y voluntad con las reformas dentro de la institución que conlleven un liderazgo positivo para mejorar aspectos importantes como las condiciones laborales, procesos de selección, formación y ascensos. Ser críticos para lograr la transformación cultural.

Participación ciudadana
Construcción de diálogo y lazos de confianza que permitan llegar a consensos entre la institución y la ciudadanía. Recuperar la voz de los ciudadanos, pues es una forma de construir confianza y trabajar en equipo.

Inversión de recursos y mejora de los procedimientos de selección
Garantizar las condiciones laborales y salariales de los miembros de la Policía que permitan un trato justo y respetuoso que los motive y les genere sentido de pertenencia.

Procesos de selección y entrenamiento especialmente dirigidos a miembros del Esmad
Evaluar los aspectos psicosociales de la personalidad de quienes aspiran a pertenecer a la institución.

En el documento de más de 40 páginas se afirma, entre otros aspectos, que investigaciones acerca de la Policía indican que sus políticas y prácticas tienen un impacto sobre la forma de pensar y las emociones de sus funcionarios, por lo que se puede inferir que esto influye en su manera de actuar y en su desempeño laboral.

Aunque diferentes medios de comunicación evidencian agresiones y uso desproporcionado de la fuerza por parte de las autoridades, unidades como el Esmad siguen en el ojo del huracán. De acuerdo con Ángela Zorro, doctora en Derecho de la Universidad de Yale, hay que continuar inculcando valores que hagan de los miembros de la Policía seres con vocación, mejor formados y comprometidos con el país y con la ciudadanía, aspectos esenciales para fortalecer la reputación institucional.

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