Estefanía Ramírez, polítologa y economista de los Andes
"Si quieres algo, tienes que hacer todo lo posible por alcanzarlo y hacerlo bien".Estefanía Ramírez, politóloga y economista de Los Andes, hizo parte de la selección femenina de rugby en los pasados Juegos Olímpicos. Su equipo es chico frente a las representaciones de países con mucha tradición en este deporte, pero se siente orgullosa de practicar una disciplina que la hace feliz.
Eran las minions de las olimpiadas. Así les decían. Las jugadoras del equipo femenino de rugby de Colombia son chiquitas, andan siempre en grupo y visten el uniforme amarillo y azul de la selección. Pero a pesar de las chanzas, se ganaron el respeto de los atletas con quienes compartieron su estadía en Río de Janeiro.
A su regreso al país, Estefanía Ramírez volvió a instalarse en su casa de familia, en Bogotá, después de cuatro meses de vivir en Medellín para entrenar con la selección de cara a los Juegos Olímpicos.
Ella es economista y politóloga de Los Andes y aunque después de su práctica profesional le ofrecieron un cargo en la Embajada de Canadá, decidió hacer una pausa en su vida laboral para dedicarse a su sueño deportivo.
Jugaba fútbol y había practicado otros deportes pero fue el rugby el que la enamoró. Como es un juego de contacto, requiere músculos fuertes para evitar lesiones. Ella, muy responsable con su cuerpo, se dedicó a mejorar. En cuatro años subió 15 kilos a punta de entrenamientos de hasta tres y cuatro horas diarias.
“Si quieres algo, tienes que hacer todo lo posible por alcanzarlo y hacerlo bien. Por eso dejé a un lado los estereotipos de mujer delgada. No me interesa hacer felices a los demás, sino mi deporte, que es lo que más me gusta”.
Esa disciplina —y su talento, claro— le dio el cupo a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Y era raro. Por primera vez Colombia lograba participar en la gran cita mundial con un deporte de equipo, diferente al fútbol, que además tiene apenas 15 años de haber aterrizado en el país.
Solo 12 equipos compitieron en Brasil y las Tucanes, como se conoce a las colombianas, fueron uno de ellos. Se enfrentaron a combinados con más de 100 años de tradición en rugby y jugaron contra mujeres, cuya estatura las superaba en 20 y más centímetros. Y sí, perdieron. Quedaron en el último lugar. Pero para ninguna de ellas eso fue una derrota.
“El simple hecho de que un equipo de mujeres que nadie conocía haya logrado insertarse en los Olímpicos ya es una gran victoria para nosotras. Haber aparecido en medios de comunicación ha hecho que muchas niñas ahora quieran jugar rugby porque nos ven como ellas, mujeres normales. Eso ayuda a que el deporte crezca”, dice Estefanía plenamente satisfecha de haberle apostado a ese sueño.
Por eso mismo, las respetaron los otros atletas. Ellos ni siquiera sabían que en Colombia ya se juega rugby y las mujeres pequeñas se enfrentan de igual a igual a otras que son “gigantes”. Y lo hacen sin miedo.
Eso, para Estefanía, fue una reivindicación de las colombianas. Y así como el hecho de que la llamaran ‘Rolita’ por ser de las pocas bogotanas en la delegación colombiana, haber conocido y compartido con ídolos como Rafael Nadal o Michael Phelps son sus mayores motivos de orgullo tras haber representado al país en los Juegos Olímpicos de 2016.