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A profundidad
26/03/2025

Mujeres imparables: historias de resiliencia en el Buen Pastor

En una iniciativa de Los Andes, cerca de 40 mujeres privadas de la libertad compartieron sus historias, reflexionaron sobre sus derechos, las violencias vividas y los sueños que aún las inspiran.
Facultad de Derecho

Aquí, en la Cárcel de Mujeres El Buen Pastor, este ocho de marzo huele a flores…

 

… Nuestros olores son diversos, 
porque nuestros contextos, posibilidades, formas de ser y de pensar también lo han sido. 

Hay quienes huelen a comida, 
porque trabajar cocinando ha sido su forma de sobrevivir, 
en las calles y aquí. 
Esas, con sus manos mágicas, nos alimentan. 
 

También hay otras que huelen a campo: a huevos, gallinas, ríos, montañas. 
Ellas nos enseñan de paciencia, procesos
y de la conexión con la naturaleza que nos rodea. 
Esa es su forma de cuidarnos. 
 


Fragmento del poema “¿A qué huele el 8 de marzo?”, 
escrito por Camila, mujer privada de la libertad y lideresa del colectivo El Mal Rebaño.

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Tejer esperanza

 

Liliana es una de esas flores que en la sombra busca el sol para crecer.

 

Lleva seis años de condena y aún le faltan nueve para terminarla. Su voz entrecortada le quiebra la sonrisa tímida cuando habla de sus hijos. “Cuando entré a la cárcel, lo primero que pensé fue en cómo iba a seguir respondiendo por mi familia. Cómo iba a seguir siendo esa cabeza de hogar que he sido”. 

 

“Antes me dedicaba a peluquear perros, pero aquí estas chinas no se dejan peluquear de mí”, bromea en el inicio de la actividad Imparables, una iniciativa conjunta entre la Facultad de Derecho y la Dirección de Comunicación Estratégica de la Universidad de los Andes que busca, a través de charlas y capacitaciones, amplificar las voces de las mujeres desde distintos escenarios. 

 

“Logramos un espacio donde las mujeres lideraron la conversación y se empoderaron al reflexionar sobre el significado de sus propias luchas dentro de la cárcel porque algunas de ellas cargan con una doble culpa: una por haber delinquido y otra por no poder cumplir con el rol de madres”, señala Valentina Díaz, coordinadora del grupo de prisiones de la Facultad de Derecho.

 

Entre hilos de colores, Liliana construyó —como ella misma lo llama— su emprendimiento. Teje manillas, pulseras, bolsos y muñecos. “Los muñecos son lo que más me gusta hacer. No sé si es mi forma de desestresarme… o es otra forma de estresarme —dice entre risas—. Es mi manera de crear una economía, de encontrar un arte, un saber. También es una forma de aprender enseñando, compartiendo lo que sé con mis compañeras”.

 

Como muchas otras mujeres privadas de la libertad, busca maneras de mantenerse ocupada. Lo tiene claro: “Mente desocupada, laboratorio del diablo”, dice. Por eso participa en talleres y actividades que le ayudan a reducir su condena y a mantener vivo ese sueño de estudiar botánica o algo que la conecte con la naturaleza que tanto extraña. “Siento que el mundo está cada vez más metido en la tecnología y se olvida de lo esencial… del campo, de las plantas, de la tierra”.

 

También ha aprendido que estar unidas es clave para sobrellevar los días. Cree en la fuerza de la amistad y el apoyo mutuo. “Si nos acompañamos, si nos ayudamos, se hace más llevadera la vida aquí”, afirma. Aunque reconoce que hay diferencias, tensiones... días grises. 

Mujeres en el Buen Pastor

Liliana dice que también vende sentimientos: ayuda a responder las cartas que otras internas reciben de sus familias, y asegura que, gracias a sus palabras, ha logrado reconciliar a más de una.

El mes de la mujer fue una excusa y la oportunidad para escucharse, para reconocerse. En el marco de la campaña Imparables, las clínicas jurídicas de Prisiones y de Mujeres de la Facultad de Derecho y la Dirección de Comunicación Estratégica de la Universidad de los Andes, organizaron una charla en la cárcel El Buen Pastor. El encuentro fue moderado por Camila, lideresa del colectivo de internas El Mal Rebaño, y María Rengifo, psicóloga de la Universidad. Fue un espacio para que ellas —alrededor de 40 mujeres privadas de la libertad— compartieran historias, reflexionaran sobre sus derechos y hablaran de las violencias que han atravesado, pero también de los sueños que aún sostienen, incluso entre muros.

 

Un poema de esperanza

 

Camila lleva tres años cumpliendo su condena y calcula que estará afuera en menos de un año. Escribió un libro ilustrado en el que narra cómo llegó al Buen Pastor y cómo se imagina una sociedad con más y mejores oportunidades para las mujeres. 

 

“Sueño con la abolición de las prisiones, y sobre todo, con la abolición del castigo como forma de resolver los problemas sociales. Creo que la sociedad no va a cambiar si no lo hacemos desde el amor al otro, la escucha y la educación”, afirma. 

 

Desde su rol como lideresa, las escucha a diario. Sabe que la cárcel no borra sus derechos ni sus ganas de transformar la vida. Por eso, trabaja para que universidades y organizaciones realicen talleres dentro del penal, espacios donde las mujeres pueden aprender, crecer y acceder a rebajas de su condena. 

 

“Las mujeres privadas de la libertad encuentran fortaleza en sus vínculos de cuidado con otras mujeres. Vínculos solidarios, amorosos y responsables que les han permitido acompañarse y honrar sus historias”, reflexiona María Rengifo, psicóloga de Los Andes.

 

En esta actividad, ellas mostraron que, como las flores, son diversas en formas, colores, historias y resistencias. Que florecer entre muros es más difícil, sí, pero no imposible. Porque incluso en los entornos más hostiles, la vida encuentra maneras de brotar. Y ellas, con su fuerza, sus vínculos y su lucha diaria, lo siguen demostrando.

Imparables: Buen Pastor

“Las mujeres privadas de la libertad encuentran fortaleza en sus vínculos de cuidado con otras mujeres. Vínculos solidarios, amorosos y responsables que les han permitido acompañarse y honrar sus historias”,
María Rengifo - Ombudsperson de Los Andes.

Sobre el Grupo de Prisiones

 

Desde el 2013, el Grupo de Prisiones —una de las clínicas jurídicas del Consultorio Jurídico de la Facultad de Derecho— trabaja por la defensa y garantía de los derechos de las personas privadas de la libertad y de quienes han terminado su condena. 

 

Su labor se desarrolla en distintas cárceles del país y se articula a través de cuatro líneas fundamentales: asesoría jurídica, con brigadas que atienden casos directamente en los centros penitenciarios; educación, con cursos presenciales y virtuales que permiten redimir pena y adquirir herramientas en áreas como programación, emprendimiento o artes; incidencia, mediante acciones legales, conceptos ante la Corte Constitucional y participación en debates legislativos; e investigación, con estudios sobre las condiciones de reclusión que integran enfoques diferenciales y buscan incidir en las decisiones del sistema carcelario.

 

Valentina Díaz, coordinadora del Grupo de Prisiones de la Facultad de Derecho de Los Andes

Valentina Díaz, coordinadora del Grupo de Prisiones del Consultorio Jurídico de la Facultad de Derecho.