Silvia Caro hace memoria para recordar a una de las personas que más la motivó a estudiar ingeniería y se le viene a la mente la inspiradora historia de su tía Rebeca Spinel.

Cuando Rebeca tenía 7 años le dio polio, en una época donde todavía no había vacunas contra esa enfermedad. La señal de alerta fue cuando la niña intentó pararse de la cama y no pudo. Sus músculos no respondían. Silvia rememora que en el barrio los vecinos le dieron el pésame a su abuela por la condición de su hija, incluso le recriminaban que no se podría casar, como si eso fuera lo más importante. El caso es que, en contravía del pesimismo vecinal y de los dictámenes médicos, la abuela sentenció:

―Ni de riesgos, Rebeca. Tú sales adelante como sea.

La pequeña logró volver a caminar, con los aparatos ortopédicos en las piernas y luego con un bastón. Se graduó con honores de su colegio femenino y entró a la Universidad de los Andes a estudiar Ingeniería de Sistemas. En un curso de 40 personas, ella era la única mujer. Ahí descubrió el primer reto y era la brecha entre la formación de hombres y mujeres, donde, antiguamente, se privilegiaba más a los varones en el estudio de la física, la matemática o las ciencias, por ejemplo; mientras que a las mujeres se les enseñaba a bordar o a usar la máquina de escribir. Para ese entonces, Rebeca debía movilizarse entre el Edificio Roberto Franco y el Bloque R o Edificio Richard, que queda cuesta arriba. Solo en ese trayecto se demoraba 25 minutos subiendo.

En medio de las dificultades que implicaba movilizarse y esforzarse el doble para nivelar la materia de Cálculo, Rebeca desestimó la idea de renunciar, pero decidió cambiarse a Ingeniería Civil, que la entusiasmaba más, y encontró un grupo de amigos que la acogieron y apoyaron. Incluso se convirtió en monitora de la materia de Descriptiva, al mando de la mítica Fanny Francisca Córdoba de La Rotta (la primera profesora que tuvo la Facultad de Ingeniería), y se graduó como Ingeniería Civil. Luego como magíster en Recursos Hídricos, también de Los Andes. Más tarde se fue a hacer otra maestría en Bélgica y allí conoció a su esposo.
“En contra de todas las situaciones desfavorables, mi tía logró salir adelante. Ella me inspiró porque dijo ‘no me voy a dejar, voy a superarme para cumplir mis sueños’”.

Ingeniera Civil por talento y familia


Foto: Felipe Cazares

Silvia Caro Spinel, actual vicerrectora Académica de Los Andes, comparte la historia de la tía Rebeca en sus charlas con jóvenes para motivarlos a vencer las dificultades.

Las dos tienen mucho en común. Al igual que Rebeca, ‘La vice’ se graduó de esta alma máter como ingeniera civil y magíster en Ingeniería Civil. Asimismo, hizo un doctorado en Texas A&M University y se convirtió en un referente internacional en el estudio de mezclas asfálticas y de estructuras de pavimentos.

Enseñar le ilumina los ojos y compartir su pasión por la ingeniería civil con sus estudiantes, la llena de energía, la hace feliz.

Al preguntarle por qué se decidió por una carrera donde predominantemente estudian más hombres que mujeres, Silvia responde que fue asunto del destino.

Sus abuelos materno y paterno fueron ingenieros civiles. Es más, uno de ellos (el materno) fue un distinguido ingeniero estructural que trabajó en el diseño de la Torre Colpatria, una de las edificaciones más icónicas en Bogotá. Los padres de Silvia son físicos y muchos de sus tíos y tías, en especial del lado materno, son físicos, matemáticos o ingenieros. Así que la decisión de estudiar ingeniería civil, en su caso, fue una decisión de contexto y de herencia, resultado de una familia  de profesionales STEM (acrónimo en inglés que hace referencia a ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

Acostumbrada a ver personas dedicadas a estas profesiones, no cayó en cuenta de que la ingeniería civil fuera una carrera mayoritariamente masculina. Además, que en su colegio la formación en matemática era muy fuerte, entonces no experimentó ninguna brecha relacionada con el estudio de las ciencias exactas.

Solo fue hasta después de los 30 años, y, sobre todo, en escenarios donde tenía que compartir opiniones con otros ingenieros externos ―algunos de ellos entrados en años― fue que sintió el denominado mansplaining (cuando un hombre le explica algo a una mujer de manera condescendiente y paternalista, asumiendo erróneamente que ella no lo comprende o lo desconoce).

―Tal vez ya un poco más adelante en la carrera, en algún pub de escenarios donde teníamos que compartir profesionalmente, un par de veces, sentí que la voz de los hombres quería ser más fuerte de pronto que alguna opinión que nosotras las ingenieras tuviéramos. ―Explica la vicerrectora, y agrega que la cura para ese mal siempre ha sido hacer gala de su conocimiento técnico.

De igual modo, contrasta que en Los Andes siempre se la ha llevado bien con sus compañeros varones. Aun cuando fue la única profesora mujer que había. Es importante señalar que Silvia dicta clases en Los Andes desde hace 22 años.
 

 

Apasionada por la academia

“Yo no solo soy ingeniera civil, soy académica. Para mí un logro maravilloso es salir de clase contenta. Cuando siento que esta pasión se transmite a los estudiantes”.
​​​​​​Los méritos académicos y profesionales de Silvia Caro son muchos y brillantes: fue vicepresidente y presidente de la Academia de Ciencias e Ingeniería de Pavimentos (APSE, por sus siglas en inglés); ha dirigido el comité técnico de su área en el Transportation Research Board (TRB), que hace parte de una división de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos; y actualmente es chair de aquellos comités de materiales para pavimentos.

Pero no solo ha conseguido eso profesionalmente, a nivel de investigación, ha ganado el premio al mejor paper de todo el año en una de las revistas más importantes en su área, donde publican los mejores del mundo. Silvia es una mentora de primera categoría y su historia de vida inspira a las más jóvenes, pues ha abierto caminos.

Hoy resaltamos la historia de vida de nuestra vicerrectora Académica para evidenciar que es transformador avanzar juntas y así motivar a más jóvenes, talentosas a impulsar la solidaridad y el apoyo mutuo entre mujeres, basado en la empatía, el respeto y la colaboración.

El mensaje a otras mujeres que quieren estudiar y desarrollarse profesionalmente en la ingeniería civil:

“Les irá muy bien. Tienen todas las capacidades para hacerlo. Nunca se dejen aminorar o achicopalar porque otros les digan que estas son carreras masculinas. El consejo es: no se dejen aminorar. Los resultados muestran que las mujeres somos más metódicas. En general, tenemos mejores promedios y una persistencia muy especial que nos garantiza el éxito. Hay que pedir ayuda cuando se necesite. Tal vez encuentren a una profesora, una mujer con quien puedan hablar, que las pueda guiar si se sienten más cómodas en esos ambientes, pero en general les diría, lo van a lograr, lo pueden lograr”. 
Escrito por:

Luis Felipe Laverde Salamanca

Periodista