En 2023, la Universidad de los Andes está celebrando dos hitos importantes: los 100 años del natalicio de su fundador Mario Laserna Pinzón, y los 75 años de fundación de la institución.

El espíritu y el legado de Laserna se ha recordado para inspirar a las nuevas generaciones de uniandinos, quienes recibieron su título en la ceremonia de grados de pregrado 2023-2, que se celebró el 17 de octubre en el Movistar Arena.

En esta oportunidad, se graduaron de pregrado estudiantes de: Administración, Arquitectura y Diseño, Artes y Humanidades, Ciencias, Ciencias Sociales, Derecho, Educación, Ingeniería, Economía y Escuela de Gobierno.

Allí, la Rectora Raquel Bernal recordó las palabras del fundador:
"Este propósito de Uniandes será inmutable sin importar que el mundo se mueva a velocidades vertiginosas, porque nuestra principal tarea es la formación de ciudadanos responsables", expresó citando a Laserna.
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Foto: Daniel Álvarez - Raquel Bernal en los grados de Uniandes 2023 - 2

Agregando también un llamado a la responsabilidad de los nuevos profesionales a liderar desde sus sectores con empatía, compasión e inclusión:

"No olviden este legado. No olviden su responsabilidad con la sociedad, con las personas más vulnerables que necesitan que su liderazgo sea empático, compasivo e incluyente, con su país que requiere sus esfuerzos para fortalecer la democracia y construir equidad", dijo.

Finalmente, la Rectora instó a esta nueva generación de graduados a aportarle a país, que necesita de ellos:

"Salgan de esta ceremonia y celebren en grande, recarguen energía y tracen un plan: aportarle al país, aportarle a los que los necesitan, contribuir al cambio climático y aportar con integridad a nuestra democracia. Felicitaciones, buen viento y buena mar".

Discurso en video de la Rectora Raquel Bernal

 

Discurso completo de la rectora Raquel Bernal, durante la ceremonia de grados del 17 de octubre de 2023


Laserna Pinzón, el fundador de la Universidad de los Andes, nació el 21 de agosto de 1923. Este año conmemoramos el centenario de su natalicio y el aniversario número 75 de la Universidad. Mario Laserna tenía 25 años cuando fundó esta Universidad, apenas unos dos o tres años más que algunos de ustedes, que se gradúan hoy. Esto ocurrió en el año 1948 y Mario Laserna estaba rodeado de un grupo de destacados jóvenes y personalidades nacionales que incluían a Alfonso López Michelsen y Nicolás Gómez Dávila, y habiendo convocado un comité consultivo internacional en el que se encontraban Albert Einstein, John von Neumann y Thornton Wilder, entre otros.

Con una inteligencia atípica, construyó esta Universidad siguiendo el modelo americano con la profunda convicción de que era indispensable construir país a partir de la educación de alta calidad. Colombia atravesaba una época de cambio, el liderazgo conservador la cedía el turno a la república liberal, y se abría paso la violencia en nuestro país. Los hechos ocurridos el 9 de abril de 1948 le motivaron a mover su proyecto de manera más rápida y el 16 de noviembre de ese mismo año, se firmó el acta de creación de Los Andes.

Este grupo de jóvenes, liderados por Laserna, eran visionarios, de vanguardia, muchos educados en Estados Unidos o en Europa, con una visión amplia del mundo. Ese fue el proyecto que se instauró en Colombia gracias a esas mentes brillantes. Mario Laserna tenía la virtud de leer y entender bien los tiempos en los que vivía. No le temía a la innovación y soñó en grande, sin escatimar esfuerzo. Pensaban, en palabras de Francisco Pizano, uno de sus más cercanos aliados en este empeño [que Uniandes debía cumplir…] “Un propósito, en el más puro sentido nacional; que pudiera contribuir a despertar una conciencia nueva. No nos movía al fundarla ni siquiera un exclusivo interés educativo. No queríamos construir, en cierto modo, una nueva universidad, sino un nuevo país.”

Esa visión nos ha permitido llegar a lo que somos hoy: la mejor universidad de Colombia, la sexta mejor universidad de Latinoamérica y 198 en el mundo entre 1500 Universidades que se postulan para la evaluación del ranking QS, es decir, estamos ubicados en el 13% de universidades de mejor calidad del mundo.

Una universidad que se caracteriza por una formación de excelencia, por la generación de conocimiento de frontera, con decidido compromiso con el desarrollo de Colombia, buscando siempre que la formación y el conocimiento que aquí se produce tenga impacto en las comunidades, sea un aporte para la solución de problemas concretos y que contribuya a narrativas más esperanzadoras de país.

Mario Laserna era un hombre visionario que a tan corta edad soñaba con transformar a Colombia. Le apostaba a la educación liberal, la educación que prioriza la formación de ciudadanos por encima de la formación de profesionales. Decidió que la Universidad fuera una institución autónoma, e independiente, no vinculada a partidos políticos, grupos económicos o religiones. Se soñaba con un lugar en el que todos tuviéramos cabida, en el que el respeto por las ideas nos llevará a una mejor comprensión de nuestro país, y por tanto a la búsqueda de las soluciones a nuestros retos. Creía profundamente en la formación del intelecto humano, en la búsqueda de la sensibilidad como parte de la integralidad del ser. En sus propias palabras creía en “la educación de la conciencia hacia los valores últimos de la vida”.

Desde muy joven tenía la visión de protección y cuidado del planeta que habitamos. Laserna era un convencido del aprendizaje activo, de la necesidad de que los estudiantes aprendieran de manera autónoma y experiencial. Tenían, estos jóvenes fundadores, un convencimiento de la necesidad de adquirir la competencia de aprender a aprender (décadas antes de que fuera declarada como uno de los principios básicos de la educación por la UNESCO el año pasado). Buscaban la formación de mentes críticas, capaces de analizar e investigar, con plena consciencia de los valores éticos que debe tener el ser humano.

En una declaración de los principios de nuestros fundadores, manifestaban “Quienes solo hacen por sus semejantes aquello a que la ley los obliga, no están cumpliendo a cabalidad sus deberes, ni son buenos ciudadanos, ni merecen la estimación y el respeto de los demás.”

Este, queridas y queridos graduandos, es el legado que nos dejaron nuestros fundadores. A ser transformadores de este país, a soñar en grande, a aportar más allá de lo mínimo que nos requieren las leyes, a cultivar nuestro ser interior para así poder aportarle a la sociedad más de lo que hemos recibido de ella. Los invito a que piensen en su experiencia y su paso por la Universidad de los Andes. La gente que conocieron, los conocimientos que adquirieron, las competencias que lograron, los sueños que fueron construyendo hasta llegar a este día. ¿Cuántos entienden mejor a Colombia y sus retos ahora? ¿Cuántos sienten que su formación en Los Andes los ha hecho más conscientes de la necesidad que tiene este país de ustedes, de su vocación de servicio, de su empatía y generosidad para con personas más vulnerables? ¿de liderar con honestidad y responsabilidad desde la empresa privada o el sector público para construir un mejor país?

Se gradúan ustedes, en una coyuntura histórica muy particular. La década quizás más disruptiva en la historia del ser humano. Un momento plagado de conflictos geopolíticos, la crisis climática que se transformó ya en una amenaza latente para todas las especies. Enfrentamos democracias frágiles que han sido fragmentadas por el populismo y la polarización. La tecnología que avanza rápidamente y amenaza con sustituir o suplantar al ser humano, o al menos digitalizar hasta límites peligrosos la experiencia humana.

Debo admitir que la incertidumbre del futuro me produce miedo. Creo que muchas personas tienen miedo ante los retos que enfrentamos. Estuve el 11 de septiembre de 2001 en NYC, vi caer una de las torres gemelas. El miedo me embargó. Experimenté muy de cerca las bombas del narcotráfico en los 90s, y vi sufrir amigos que perdieron familiares durante esta época. Veo gente que muere por las olas de calor, poblaciones desplazadas porque los niveles del agua aumentan peligrosamente en islas y ciudades costeras, poblaciones vulnerables que pierden sus cultivos por los cambios dramáticos del clima, y eso me produce temor por el futuro de mis hijos, Sofía y Juan Miguel. Pero no pierdo la esperanza. Yo creo en la esperanza que activa la acción.

Perdónenme, no es mi intención ser fatalista en uno de los días quizás más felices de sus vidas (así fue en mi caso).

Pero sí les quiero hacer un llamado, a que, en estos tiempos inciertos, quizás turbulentos, ustedes ostenten estos principios y valores uniandinos con valentía y esperanza, con responsabilidad, con la vocación de servicio que esperamos de ustedes, con principios éticos inquebrantables, con el convencimiento de que el país depende del liderazgo de personas como ustedes que nos puedan llevar a construir un país más justo, más equitativo y más digno.

Si bien toda la comunidad Uniandina está llamada a apropiar y actuar sobre este legado de nuestros fundadores, a honrar ese proyecto educativo al que fuimos llamados para construir una mejor Colombia, el mismo Mario Laserna nos invitó a ser visionarios, a reinventarnos de manera creativa cuando enfrentáramos otras realidades. Decía: “El hombre de hoy debe, nutriéndose del pasado y considerándolo como parte de su historia, golpear con serena voluntad, con fe vigorosa y realista, las puertas de futuro. Así llegará a ser parte de la historia. Y ésta es la labor de los dirigentes. De aquellos que no miran el presente y el futuro como el desenvolvimiento de un drama ante el cual se es espectador pasivo, sino que tienen un sentido de la capacidad humana de intervenir, encauzar y hasta alterar (esto lo dijo en 1954)”.

Ustedes, queridas y queridos graduandos, llevan en su ADN los valores uniandinos que los harán grandes líderes transformadores, desde todas las disciplinas y no solamente en Colombia sino también globalmente. Nos debe caracterizar la excelencia en todo lo que hacemos; debemos ser íntegros en todas nuestras acciones, un valor fundamental en un país en el que la corrupción es la amenaza más contundente contra nuestra democracia; estamos llamados a ser solidarios, esto es, la voluntad individual de preocuparse y atender las necesidades de otros (en un país con un 40% de pobreza y pobreza extrema, esto es lo mínimo que debemos hacer); además nos debe siempre acompañar la libertad, que se manifiesta en el uso de la propia inteligencia para decidir lo que se debe hacer.

El modelo que nos dejan como legado nuestros fundadores, es el modelo de educación liberal que busca la formación de personas libres y autónomas, con habilidades y actitudes que les permitan no sólo construir su propio proyecto de vida, sino que puedan también contribuir a la construcción de una sociedad incluyente, que les permita tener interacciones personales, profesionales y sociales que sean constructivas, que transformen sus comunidades y su país. Este propósito de Uniandes será inmutable sin importar que el mundo se mueva a velocidades vertiginosas, porque nuestra principal tarea es la formación de ciudadanos responsables.

Ustedes serán líderes en sus sectores. No olviden este legado. No olviden su responsabilidad con la sociedad, con las personas más vulnerables que necesitan que su liderazgo sea empático, compasivo e incluyente, con su país que requiere sus esfuerzos para fortalecer la democracia y construir equidad.

En esta coyuntura, del centenario del nacimiento de Mario Laserna y los 75 años de la Universidad, nos preguntamos cómo debemos avanzar en los próximos años como institución de educación superior líder en Colombia, teniendo en cuenta esos retos y oportunidades que vemos en este mundo tan cambiante. ¿Cómo debería verse la Universidad de los Andes en su aniversario número 100?

Pienso que debemos fortalecer nuestra excelencia académica para apoyar la formación de los que serán ciudadanos de un mundo en el que la tecnología transforma todo lo que hacemos y la manera como convivimos. Que ustedes puedan cumplir su propósito de vida con las competencias disciplinares, digitales, socioemocionales y transversales que requerirán en los sectores económicos, las sociedades y las democracias que habitarán en la era de la quinta revolución industrial, la inteligencia artificial, el machine learning, la robótica y todos los desarrollos que transforman nuestro mundo. Reitero que esto debe complementar nuestra misión principal que es la formación de ciudadanos éticos, rigurosos y responsables que velan por sus sociedades.

Además, debemos estar comprometidos con los proyectos de las personas a lo largo de toda su vida. Porque ahora será indispensable aprender de manera continua, para estar a la par de los avances del mundo.

Pienso que las universidades debemos estar totalmente comprometidas con la regeneración del planeta y la mitigación del cambio climático. Esta es una amenaza que no da espera. Esto requiere la formación de personas conscientes de sus responsabilidades con la naturaleza, con el planeta y con las especies, que entiendan cómo aportar y que aporten de manera efectiva. Es indispensable que esa formación sea interdisciplinaria porque solamente el trabajo colaborativo entre disciplinas podrá construir soluciones a los grandes retos que nos impone el cambio climático. Nuestros estudiantes no podrán solucionar los problemas del futuro si les seguimos enseñando las herramientas de hoy. Nuestro aporte también requerirá investigación de punta, para contribuir a la construcción de soluciones concretas para esos retos que tenemos para la protección de la biodiversidad y la mitigación de riesgos del cambio climático, sobre todo en poblaciones vulnerables como las nuestras en Colombia.

Pienso que debemos promover mejores opciones de vida para millones de jóvenes en este país que no tienen oportunidades porque no tienen acceso a educación de alta calidad. La educación debe ser más flexible, ágil y oportuna, debemos procurar vías de formación que tengan en cuenta los talentos de las personas, sus características personales y sus sueños de vida. La universidad no debería ofrecer un único proyecto de vida homogéneo, sino que deberíamos contemplar la diversidad de nuestro estudiante y ayudarlo a aprender de manera más personalizada, con mayor cercanía a su propósito de vida y con una conexión a su cultura y tradiciones. Dos y medio millones de jóvenes de este país no estudian ni trabajan. Las universidades debemos tener un compromiso con ellos, para que puedan tener vidas más dignas.

Pienso que las universidades debemos trabajar en alianza y mayor cercanía con otras universidades, con el sector productivo, con los gobiernos y con la sociedad civil. No podremos aportar efectivamente a los grandes retos del planeta si estamos solos, aislados. Debemos ofrecerles a nuestros estudiantes experiencias de formación más integrales, que incluyan la interculturalidad, la investigación, el aprendizaje experiencial con los sectores económicos, oportunidades que les permitan acercarse a la sociedad, al ser humano, y a las comunidades desde su sensibilidad, su sentido estético, desde la cultura y el arte; en otras palabras, que puedan sentir, ver y tocar, que puedan salirse de sus pantallas. Esta es la única manera de vivir la experiencia humana.

Estoy aquí, con la certeza de que la educación y la investigación serán armas poderosas contra los retos del futuro. Desde Uniandes seguimos comprometidos con los jóvenes, con el futuro del país y del mundo. Para ello debemos seguir a la vanguardia porque ese futuro no se detiene. Esperamos que ustedes, graduandos, puedan comprometerse también con la parte que les corresponde. Esperanza con acción. Aportar y construir. Vivir con ambición y audacia, sin escatimar esfuerzo.

Salgan de esta ceremonia y celebren en grande, recarguen energía y tracen un plan: aportarle al país, aportarle a los que los necesitan, contribuir al cambio climático y aportar con integridad a nuestra democracia.

Felicitaciones, buen viento y buena mar.