07/06/2016

Una lección para el posconflicto

Por Angelika Rettberg*

Parecía el posconflicto concentrado en un solo lugar. Diferentes aspirantes a la beca LiderAndes para la Maestría en Construcción de Paz estaban reunidos en la sala esperando su oportunidad de conversar con el comité que decidiría sobre su ingreso a la Universidad de los Andes.

Todos habían respondido al llamado de los estudiantes uniandinos reunidos bajo el escueto, pero profundo, lema de "#Reconciliémonos", promovido por el grupo que fundó la beca hace unos años. En la edición de 2016, LiderAndes propuso una "versión especial": becar a tres personas representativas de las poblaciones más relacionadas con el conflicto armado colombiano, una víctima, una persona desmovilizada y un miembro de la Fuerza Pública. Con aportes desde $10.000 en adelante, miles de personas vinculadas a la Universidad lograron lo inesperado: no tres sino seis becas que serán asignadas en dos cohortes sucesivas (para 2016-II y 2017-I).

A algunos de aquellos aspirantes, que esperaban su turno sentados delante de los ascensores del sexto piso del edificio Franco, los delataba algún impedimento físico, fruto de su experiencia con la guerra. Pero las huellas emocionales fueron visibles en cada uno, conmoviendo al comité una y otra vez. La diferencia nítida entre víctimas y desmovilizados es difícil de sostener cuando se escuchan historias de reclutamiento en grupos armados a los doce años o cuando se percibe la madurez que resulta de un sincero y genuino arrepentimiento de los actos cometidos. O cuando militares en ejercicio reflexionan acerca de la inutilidad de la continua matazón de jóvenes colombianos y de su rol en la transición hacia una paz sostenible en las regiones en las que hasta hace poco dirigían la guerra. O cuando desmovilizados cuentan que, cuando dejaron las filas, su principal sueño era terminar bachillerato, pero que con esfuerzo lograron terminar una carrera y ahora aspiran a un posgrado.

No se trata de encubrir con un halo romántico la brutalidad del conflicto ni de esconder las responsabilidades de muchos en décadas de abusos y degradación. No se trata de que seamos amigos de la noche a la mañana ni de que hagamos caso omiso de las secuelas dolorosas de décadas de enfrentamiento o de los enormes problemas que nos esperan. No tendremos la foto de "los reconciliados" —las tres personas admitidas en este esquema— ni sabremos si serán ciudadanos más o menos comprometidos con un mejor futuro que cualquier otro estudiante de la Universidad. Tampoco se hará el milagro de la reconciliación con sólo tres de las millones de personas que han sido afectadas directamente por un conflicto de varias décadas. Pero si para algo ha de servir la lección que estos estudiantes de la Universidad de los Andes —y los más de diez mil contribuyentes a la causa— nos dieron, es que sólo la generosidad, la tolerancia y la apuesta a la educación con calidad y al intercambio sereno de opiniones y argumentos pueden ser hoy los medios para una transformación social duradera. ¡Bravo, estudiantes, por mostrar que la esperanza puede confrontar la guerra!

*Politóloga de la Universidad de los Andes y Ph.D. en Ciencia Política de Boston University. En la actualidad es profesora asociada del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes y directora de la Maestría en Construcción de Paz. Sus investigaciones se han enfocado en el sector privado como actor político y, específicamente, en el comportamiento empresarial en contextos de conflicto armado y construcción de paz, así como en la economía política de la justicia transicional.

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