Fotos: Daniel Álvarez
 

Gabriela prefiere el trabajo de manicurista, pero no siempre tiene clientes para atender en su vereda, La Plata, a una hora y media en lancha de Buenaventura. En esos días, se pone sus botas de caucho, se recoge sus trenzas, toma su canasto y se interna en el manglar para buscar entre miles de raíces la piangua, el molusco que le ayudará a cuadrar las cuentas de su hogar. 

Gabriela prefiere quedarse en el pueblo para estar cerca a sus dos hijas, pero también la tranquiliza saber que en los días que no tiene trabajo como manicurista puede ir a pianguar.  Foto: Daniel Álvarez 

 



La recolección de esta especie es una alternativa económica para las mujeres de Bahía Málaga, Valle del cauca, y sus cuatro veredas (La Plata, Mangaña, Miramar y La Sierpe), pero en los últimos años las piangüeras han notado una reducción en el número de conchas recolectadas. Esa fue una de las razones para que la Universidad de los Andes desarrollara el proyecto “Biodiversidad asociada al modelo agroalimentario sostenible de la piangua”, financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. 

El objetivo del trabajo es hacer sostenible la recolección del molusco, más cuando está en el “Libro rojo de los organismos invertebrados amenazados”. Igualmente, el plan es que a través de datos científicos se ayude a las comunidades a conservar la piangua, que se relaciona con otros aspectos importantes para la economía de la región como la cocina tradicional y el turismo. 

La Anadara Tuberculosa o Piangua. 

 



Desde 2017, la Universidad ha trabajado con esta comunidad, y al proyecto sobre aspectos ecoturísticos que viene desarrollando la Facultad de Economía y al de energías alternativas de la Facultad de Administración, se suma el biológico desde el laboratorio de secuenciación de Los Andes, GenCore. 

Esta parte del proyecto fue presentado dentro del marco de Colombia BIO, una iniciativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología que estudia la biodiversidad del país en fauna y flora, pero también en microorganismos. Así se planteó la investigación que involucra a la comunidad, a la piangua y los microorganismos relacionados con ella. 


Uno de los manglares donde los investigadores tomaron muestras guiados por las piangüeras.  


Marcela Guevara, líder del laboratorio GenCore explica cómo la piangua es el sustento de toda una comunidad, “La idea de los resultados también es poder ayudar a que ese organismo se mantenga en equilibrio”, dice la Ph. D. en Biomedicina de la Universitat Rovira i Virgili (España) 

Es poco lo que se sabe de su ADN. De este organismo no se sabía su tamaño de genoma ni se había hecho un análisis de población. Por eso, el proyecto, que ha tenido varias etapas, propuso comenzar con lo más básico que era la secuenciación de su ADN. 

 

Observar como científico 


Investigadores y piangüeras fueron a tomar muestras de la Anadara tuberculosa o piangua, para igualmente estudiar su microbioma y ver si contiene microorganismos que puedan ocasionar malestar a los consumidores.  

Así pudieron constatar la necesidad de cocinar el molusco para platos como el ceviche, algo que las cocineras de la región hacen, pero que ahora pueden argumentar con razones científicas. 

Una piangüera observa una muestra del molusco en un microscopio portátil. 


A este análisis le siguió otro paso. Para Guevara, la ciencia tiene que ver mucho con observar, y precisamente ese ha sido uno de los aportes de la comunidad, quienes plantearon la necesidad de estudiar los sedimentos de los manglares para ver si el suelo tiene que ver con la reducción del número de moluscos recolectados en las diferentes zonas. Así se añadió el estudio de los microorganismos del mangle que está relacionado con la piangua. 

Marcela Guevara, líder del laboratorio GenCore, entrega una de las cartillas Piangüemos a Aura Nelly Díaz, piangüera de La Plata. 

 


“En ese diálogo de saberes, donde la comunidad le cuenta al científico, se empieza a cocrear y se innova entre ambos”, dice Santiago Valencia González, líder ambiental y comunitario de Bahía Málaga. 

Muestra de ese compartir de saberes es la cartilla “Piangüemos. Recolección sostenible de piangua en Bahía Málaga”, de la economista María Alejandra Vélez, donde se describe la biología del molusco y los factores sociales que influyen en sus dinámicas de extracción. Para su realización se hicieron 208 encuestas y se socializó la comunidad en una reunión a la que asistieron piangüeras de las cuatro veredas. 

 

Llevar el laboratorio a la comunidad 

 
Otro elemento innovador que trajo el proyecto son los equipos portátiles para amplificar, secuenciar ADN y hacer el llamado metabarcoding, que realiza una clasificación taxonómica indicando qué especies se encuentran en el sedimento del manglar. El metabarcoding es como un tipo de lectura de código de barras que identifica cada producto en un supermercado, solo que en este caso diferencia microorganismos. 

Un niño se acerca en el descanso de la escuela a las investigadoras. Después llegarían varios de sus compañeros que también querían manipular el equipo. 

Equipo portátil para PCR 


Para Mariana Restrepo, candidata a doctorado y parte del equipo del GenCore, es un hito poder extraer y secuenciar el ADN en campo al “reducir un laboratorio de 30 o 40 metros cuadrados a una mesa Rimax”, una realidad con la que fantasearon por años los científicos. 


Con estos equipos se le compartió a la población cada uno de los pasos del estudio, e incluso a los niños quienes se acercaron al laboratorio portátil e hicieron, junto con los investigadores, pequeñas tareas en la preparación de las muestras. 


Todo el análisis de laboratorio se hizo junto al puerto de La Plata, ahora los datos están en Bogotá para hacer el análisis computacional y estadístico. Más tarde volverán para compartir la información y seguir conjuntamente estudiando y conservando estos ecosistemas. 

Gabriela sigue luchando por cuadrar las cuentas de su hogar y por el bienestar de sus dos hijos, pero con algo más de conocimiento sobre el producto que la saca de apuros económicos y entendiendo mejor cómo puede seguir aprovechando su riqueza de forma sostenible. 

Esta es una iniciativa en pedagogía e investigación de la Universidad, que ha sido pionera en este tipo de experiencias, y que hace parte de su transformación tecnológica.

Gabriela se alista para entrar en el manglar.

Gabriela se alista para entrar en el manglar. Una pañoleta, una canasta, guantes plásticos y botas de caucho, los elementos que no pueden faltar para ir a pianguar.

Gabriela y su tía Aura Nelly recogiendo piangua.

Gabriela y su tía Aura Nelly recogiendo piangua.

El piangüimetro

Con el piangüimetro las mujeres miden el molusco para saber si es apto para la recolección. El tamaño mínimo es de 5 centímetros.

Las investigadoras toman muestras del suelo del manglar.

Las investigadoras tomas muestras del suelo del manglar.

Bahía Málaga, Colombia

Bahía Málaga, Valle del Cauca.

Gabriela se alista para entrar en el manglar.
Gabriela y su tía Aura Nelly recogiendo piangua.
El piangüimetro
Las investigadoras toman muestras del suelo del manglar.
Bahía Málaga, Colombia
Escrito por:

Mauricio Laguna Cardozo

Periodista