“En Colombia existe la idea de que somos productores y no consumidores, algo que es completamente falso”, afirma Pablo Zuleta, director del Área de Consumo de Drogas, Salud Pública y Educación del Centro de Estudios de Seguridad y Drogas (Cesed) de la Universidad de los Andes. 

Y es que entre 2013 y 2020 se ​reportaron 28.541 muertes asociadas al consumo de sustancias psicoactivas, según cifras del Ministerio de Justicia y del Derecho, y del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Los exámenes de toxicología evidenciaron que fueron causadas en su mayoría por el consumo de alcohol, cocaína y marihuana.
 
La problemática del consumo frecuente de sustancias psicoactivas ilegales tiene serias repercusiones en la salud pública y a nivel social: alteraciones en el sistema nervioso central; perturbación de la conciencia y del estado de ánimo, pero, además, se incrementan los niveles de dependencia. 'Caracterización del consumo problemático de sustancias psicoactivas -SPA- en Bogotá y Medellín: población en tratamiento bajo internación’, es un trabajo de observación del Cesed realizado entre  2020 y  2021 a 1.160 personas que aceptaron recibir tratamiento en la IPS Fundación La Luz, entidad con más de 25 años de trabajo en rehabilitación de pacientes​​.
 
Pablo Zuleta, médico especialista en psiquiatría, explica que a nivel global no existe una fórmula para resolver del todo los trastornos generados por el consumo de SPA . De manera equívoca, en la década de los 80 y 90, autoridades, entes de salud e, incluso, la sociedad en general creía que el problema debía tratarse de manera disciplinaria, encarcelando o aislando a los individuos, muchas veces en contra de su voluntad. “Es claro que el paciente debe ingresar de manera voluntaria y dependiendo el tipo de adicción se puede manejar de manera ambulatoria —señala el psiquiatra—. Se debe descartar cualquier práctica de rehabilitación que incluya algún tipo de agresión física o verbal”, agrega. 
 
De acuerdo con los autores del estudio, hay factores claves para mejorar los tratamientos de síndrome de dependencia. El primero, motivar la abstinencia concientizando sobre los riesgos, molestias, problemas y disfuncionalidades que causa el consumo crónico y de esta manera generar cambios en el comportamiento. Es importante tener claro que la abstención de consumo no es el único ni el mejor indicador de mejoría, sino que también se deben observar cambios (positivos o negativos) del paciente y su relación con la sociedad. 
 
Segundo, descriminalizar el consumo. Quienes padecen este tipo de adicciones no deberían ser aislados de la sociedad, por el contrario ser tratados con previo consentimiento: “Hacer tratamientos mandatorios replica un modelo carcelario al consumo”, resalta Zuleta.
 
Conozca el estudio completo: 'Caracterización del consumo problemático de sustancias psicoactivas -SPA- en Bogotá y Medellín'.
 
Tercero, hacer seguimiento a las pacientes en tratamiento para conocer los cambios en sus dinámicas sociales. Implementar mecanismos de medición y evaluación debe ser de obligatorio cumplimiento en los centros de tratamiento, lo que contribuiría de mayor eficacia en la práctica clínica.
 
Finalmente, reconocer los periodos críticos una vez se culmina el tratamiento. Según los expertos, es en el primer mes posterior a la culminación del tratamiento donde hay mayores probabilidades de que el paciente sufra alguna recaída. Es ahí en donde necesita atención especial para mitigar las principales causas y factores asociados al consumo.
 
El estudio sugiere que la implementación de programas de tratamiento ambulatorios atenderían a una mayor proporción de la población consumidora. “Este cambio, si bien es necesario, requiere de tiempo para que la sociedad comprenda que el aislamiento de las personas que presentan consumo problemático no es la solución ni está basado en la mejor evidencia disponible”, concluye el estudio.

El consumo problemático está creciendo con cierto tipo de drogas emergentes o sintéticas como el éxtasis, la metanfetamina, LCD, tusi (cocaína rosada).
Pablo Zuleta


Autores del estudio: Pablo Carlos Zuleta González,  Tatiana Martínez Ferro,  Bernardo Tocua Tapia,  Marcela López Hernández ( investigadores del Cesed); y Jorge Aldana Olmos, asesor nacional técnico científico de la Fundación La Luz.