Las personas se alejaban apresuradas para no ser alcanzadas por la espuma que esparcía el viento y se cubrían la nariz para bloquear el olor de la masa que se formó en el río Balsillas, en Mosquera, Cundinamarca.  Fernando Espinel, un habitante de la zona, la describió como “un iceberg de contaminación”.  Y tenía razón, porque como en los bloques de hielo flotantes, lo que veía solo era una parte de algo más grande: el deficiente tratamiento de las aguas que llegan a los ríos en Colombia.  

 

Frente al fenómeno, las autoridades locales se pusieron a la tarea de remover la espuma y las plantas acuáticas que no dejaban que fuera arrastrada por las aguas. Para Luis Camacho, profesor del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes, aunque era necesario evitar que la gente tuviera contacto con esta espuma –que puede crear afectaciones respiratorias y en la piel– esta era solo la primera parte de la solución. 

 

La espuma que se forma en el río Balsillas es ocasionada por tensoactivos o surfactantes que contienen los detergentes y otros productos de limpieza. La particularidad del sector del barrio Los Puentes en Mosquera es que hay una estructura hidráulica que, al subir el caudal del río por las lluvias, presenta una turbulencia que activa esos compuestos. Así se retire la espuma, los tensoactivos continúan allí. 
 


El tratamiento del agua en Colombia 

Para Camacho, Ph. D. en el área de hidráulica ambiental de la Universidad de Londres, “hay una necesidad urgente de avanzar en el tratamiento de aguas residuales, más aún cuando Colombia es el país más atrasado de la región”, dice.  Muchas de las plantas de aguas residuales no tienen la capacidad o simplemente no existen, como es el caso del municipio de Villapinzón, que es el primero que contamina el río Bogotá y no tiene una planta. 

 

"La solución no es una planta de aguas residuales aguas abajo de esos sitios de vertimiento”, explica el profesor sobre la solución de la contaminación de los ríos urbanos, que se debe aplicar desde las partes altas de la cuenca. 

Este es un problema que toca a todos. Algunos cultivos de verduras o frutas son regados con aguas que no tienen un tratamiento adecuado. La Universidad de los Andes ha llevado estudios como los de la profesora Johanna Husserl sobre lechugas regadas con agua del bajo río Tunjuelo y el mimo Camacho explica a sus alumnos de forma jocosa, pero real, que por la región de Chocontá las fresas “las comemos con cromo y no con crema”.  

 

Otra carencia que tiene el país en este aspecto es la voluntad política, el de no tomar el problema de las aguas como uno de salud pública. “Invertir en tratamiento de aguas residuales es prevenir en salud”, dice el profesor, e insiste en que los gobernantes deben darle la misma importancia que le dan a la construcción de un hospital. 

 

El papel de la ciudadanía también ha llevado a crear este problema. Muchos al ver los ríos contaminados los toman como depósitos de basura, como si dieran por hecho que el río ya está muerto y no hay una solución a la vista. Pero sí la hay y estos se pueden volver a ser un recurso para el riego de cultivos, la recreación y el consumo humano. 

 

Los casos de éxito 

“Un río es un sistema lótico. Lótico viene de Lotus, de lavado. Este es capaz de auto limpiarse y de lavarse. Si nosotros dejamos de poner aguas residuales o hacemos el tratamiento adecuado, el río va a tener la autodepuración. Se va a lavar”, explica Camacho. 

El río Támesis en Londres era la cloaca de la ciudad en 1850, hasta que se dieron cuenta de la relación del agua de consumo y el cólera. Como lo relata un artículo de la BBC, al terminar la guerra se arreglaron los sistemas de drenaje y en los años 70 y 80 se tomó mayor conciencia ambiental y se impusieron mayores restricciones.  En el Támesis se inició un proceso de recuperación y hoy en día tiene salmón en sus aguas; los londinenses disfrutan de sus paisajes y la navegación. 

 

Colombia es uno de los países con más ríos en el mundo, lo que no quiere decir que posee recursos hídricos ilimitados. Lo cierto es que, si no se toman medidas y se continúa con ese nivel de contaminación, la situación es insostenible. Además de que ya la salud pública se ve afectada, se está desperdiciando la riqueza de los ríos que se han convertido en un basurero. Para el profesor Camacho es urgente que se dé la voluntad política, que los ciudadanos tomen conciencia y se prioricen los recursos para tratar las aguas del país. 

El profesor Luis Jorge Hernández, de la Facultad de Medicina, explica los posibles efectos de la espuma en la salud. 

Creación de espumas en el río Balsillas vista desde un puente aledaño.

Creación de espumas en el río Balsillas vista desde un puente aledaño. Fotos: Felipe Cazares.

El profesor Camacho toma una foto del río.

Puente sobre el río Balsillas vía hacia la Mesa, Cundinamarca.

Aguas negras del río Balsillas.

Aguas del río Balsillas.

Luis Camacho, profesor del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes

Luis Camacho, profesor del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes.

Creación de espumas en el río Balsillas vista desde un puente aledaño.
El profesor Camacho toma una foto del río.
Aguas negras del río Balsillas.
Luis Camacho, profesor del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de los Andes