15/07/2019

Diego Alejandro Parra Álvarez, grado 'summa cum laude'

Diego Alejandro Parra, graduando summa cum laude de Economía 2019-1.
Diego Alejandro Parra, graduando summa cum laude de Economía, recibió esta distinción en la ceremonia de grados de pregrado 2019-1.
Diego Alejandro es graduado de Economía y uno de los estudiantes que recibió la distinción Summa cum laude durante la ceremonia de grados de 2019-1, con un promedio de 4,77. 

Durante su paso por Uniandes, Diego Alejandro obtuvo los siguientes reconocimientos:

- Tres distinciones Ramón de Zubiría ( Economía: 2017-1 y 2018-1. Gobierno: 2018-1)
- Dos distinciones de Excelencia Semestral (Economía: 2017-1. Gobierno: 2017-1)
- Primer puesto en el IX Concurso Académico Nacional de Economía (CANE) en 2017. Organizado por la Universidad del Rosario y el Banco de la República.
- Cuarto puesto en el X Concurso Académico Nacional de Economía (CANE) en 2018. Organizado por la Universidad del Rosario y el Banco de la República.
- Reconocimiento a la Excelencia. Distinción otorgada por el Consejo Nacional Profesional de Economía (CONALPE) en abril de 2019. 

También, desempeñó algunas actividades extracurriculares durante du pregrado: 
- Subdirector de Contenido de la Revista Económica Supuestos entre 2016 y 2017.
- Miembro del Semillero de Economía Ambiental de la Facultad de Economía en 2017.
- Monitor de varios cursos de economía, de matemáticas y de la escuela de gobierno.

Además, Diego Alejandro fue Personero en el Colegio Agustiniano Ciudad Salitre y Mejor Bachiller de la Promoción 2014. Fue finalista en la XXII Olimpiada Colombiana de Química en 2014 organizada por la Universidad Nacional de Colombia, y obtuvo el segundo puesto en el III Concurso de Literatura de Vicens Vives en 2014.

A propósito de este nuevo reconocimiento respondió las siguientes preguntas:

1.¿A quiénes quieres expresar agradecimientos?

Agradezco a mi mamá por tejer las alas que me permiten volar, a mi papá por regañarme cada vez que dejé de creer en mis capacidades, a mi hermano por contagiarme su alegría y a mi hermana por ser mi niñera, mi consejera y la mejor asistente de investigación. También agradezco al Colegio Agustiniano Ciudad Salitre porque en sus aulas brotaron mis ganas de cambiar el mundo. A mis amigos por ser mis compañeros de batalla y por tener que soportarme a diario. Finalmente, a todos los monitos que trabajan fuertemente por brindarnos un mejor espacio y que para mí son la columna vertebral de la Universidad.

2. ¿Qué le contarías a alguien sobre tu Universidad?

Para Jorge Wagensberg el límite de la hiperespecialización (saber todo de nada) es tan grotesco como el de la hipergeneralización (saber nada de todo). Por eso, lo que más valoro de los Andes es la importancia que se le da a la formación de profesionales interdisciplinarios. Yo estudié economía pero también tuve la oportunidad de tomar materias de biología, matemáticas, gobierno, ingeniería, música y literatura. De hecho, por cada persona de economía que conocí estos cuatro años, conocí otras dos de diferentes carreras. En algunos cursos discutí con matemáticos, físicos e ingenieros la demostración de teoremas; mientras que en otros debatía con politólogos y abogados sobre la asignación del presupuesto público. Los Andes me permitió conocer otras formas de ver el mundo y me siento afortunado porque encontré espacios para conectar puntos entre distintas disciplinas. Por ejemplo, en un curso de biología aprendí sobre la evolución y el origen de las especies. Principios que aprendí en esa clase volvieron a aparecer en mi vida en un curso de la Maestría en Economía que usaba teoría de juegos evolutivos. Para mí eso fue mágico.

3. ¿A qué persona recuerdas en tu paso por la Universidad? ¿Por qué?

La primera persona que viene a mi mente es Mónica Vargas, directora del pregrado en economía. Para mí ella es el pilar fundamental de la carrera y ha tenido un impacto enorme sobre la vida de muchos estudiantes. En mi caso, ella confió ciegamente en mi cuando estuve confundido y le pedí una guía en mi primer semestre. Más adelante, cuando supo que tenía problemas financieros hizo todo lo posible por ayudarme a conseguir una beca. También me dio la oportunidad de participar en el Concurso Académico Nacional de Economía (CANE) en 2017 y 2018, una actividad que fue clave para mi formación. 
También quiero destacar al profesor David Pérez-Reyna de la Facultad de Economía. Él fue la primera persona en la universidad que apostó por mí. Me dio la oportunidad de ser su monitor dos años seguidos en macroeconomía 2, después me contrató como asistente de investigación y como profesor complementario del curso. Además, un curso que tomé con él de economía financiera definió muchos de mis intereses profesionales. Mónica y David son el mejor ejemplo de que lo que hace grande a la Universidad de los Andes no es su reputación académica, sino la calidad humana de las personas que hacen parte de ella.

4. ¿A qué época de tu historia en la Universidad te gustaría regresar? ¿Por qué?

Hay dos momentos clave que quisiera rescatar de mi formación en la Universidad. El primero es cuando cursaba tercer semestre, pues siendo monitor de cálculo integral descubrí mi pasión por la pedagogía. Tenía que dar una clase semanal a dos grupos de treinta estudiantes y realmente me encantaba preparar los temas, diseñar ejercicios y exponerlos. Desde entonces supe que quería dedicar buena parte de mi vida a la enseñanza y más adelante fui monitor de ocho clases más de economía y gobierno. El último semestre fui profesor complementario de macroeconomía 2 y dar esa clase era mi momento favorito de la semana. Creo que todos hacemos un poco de magia cuando transmitimos el conocimiento.

El segundo momento que quiero destacar es mi tercer año. Teníamos problemas financieros en mi hogar y buscar formas de financiar mi matrícula siempre generaba caos. Me frustraba un poco ver que mi trabajo y mi fuerte dedicación en clases aún no tenía remuneración. Sin embargo, justo en esos momentos difíciles llegó como caída del cielo una beca de excelencia académica que me permitió financiar mi último año en la Universidad. Creo que uno de los momentos más felices de mi vida fue cuando le conté a mi mamá sobre esta beca. En ese mismo año obtuve el primer lugar en el Concurso Académico Nacional de Economía (CANE) y después ganaría otras dos distinciones Ramón de Zubiría y dos distinciones de Excelencia Semestral, por lo que si pudiera viajar en el tiempo para hablar conmigo mismo, me diría que tenga paciencia. Tarde o temprano siempre se cosechan frutos del trabajo de buen corazón, honesto y apasionado.

5. Para ti ¿cuál es el aporte que recibiste de la Universidad para tu crecimiento profesional y personal?

Cuando era niño estudiar en una universidad como ésta era un sueño bastante difuso. Recuerdo que con mi familia subíamos cada domingo a Monserrate y al pasar por los Andes era difícil pensar que yo pudiera estudiar ahí. Por eso cada uno de los obstáculos que debí superar para financiar y mantenerme en mi carrera me enseñaron a valorar lo que tengo. En cada uno de mis parciales, talleres y proyectos de investigación fui increíblemente disciplinado porque me sentía afortunado de estar aquí. Además, al ser una persona suertuda y llena de privilegios siento una enorme responsabilidad con quienes fueron menos afortunados; y la universidad me brindó herramientas para aproximarme al estudio de problemáticas como la pobreza, la desigualdad y los limitantes del desarrollo económico en Colombia. Tuve profesores y compañeros excepcionales que me hicieron más maduro y consciente del papel que juego en mi país.

6. ¿Cuál lugar de tu Universidad (dentro o fuera del campus) te gusta (gustaba) frecuentar o recorrer? ¿Por qué?

Yo tenía dos lugares favoritos en la Universidad. El primero era la biblioteca de arquitectura. Para mí era un lugar mágico y una ventana al pasado. Por su fuerte carga histórica (fue construida en 1922) me hacía sentir como un personaje de algunas novelas fantásticas que leía cuando era niño. Pasaba varias horas allí escribiendo ensayos, preparando parciales o simplemente leyendo a mis autores favoritos cuando tenía tiempo libre. El segundo lugar eran las mesas de estudio que están ubicadas en frente de los hemiciclos del edifico Lleras. Allí pasaba el tiempo con actividades más rutinarias como resolver ejercicios de matemáticas, trabajar en talleres o repasar mis apuntes de clase.

7. ¿Qué lugar en tu Universidad te gustaría reconstruir o conservar?

Recuerdo con mucha nostalgia “la piscina” que estaba en frente de la cafetería central antes de la construcción del Bloque C. Era uno de los espacios más emblemáticos del campus. Sin embargo, retomando mi respuesta a la anterior pregunta, el lugar con el que siento más afinidad es la biblioteca de arquitectura. Como dije antes, este lugar me parece mágico porque me traslada a espacios que apenas podía imaginar cuando era niño al leer mis novelas fantásticas favoritas. Espero volver al campus muchos años después y pasar una buena tarde leyendo en esa biblioteca.

8. ¿Cuál tradición uniandina compartías con tus compañeros?

Disfrutaba mucho los conciertos que se hacían los martes en la plazoleta del Lleras. También llegué tarde más de una vez a clases por quedarme dormido en el Bobo. Y claro, a veces me gustaba estudiar o tomar café en el campito mientras escuchaba ensayar a los estudiantes de música.

9. ¿Qué planes tienes a corto, mediano y largo plazo?

En el corto plazo pretendo terminar la Maestría en Economía (PEG), también en los Andes. Mientras tanto soy asistente de investigación en el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE), profesor complementario e investigador principal de Latin Trade, una revista de negocios que cubre América Latina. 
En el mediano y en el largo plazo tengo claro un norte: quiero seguir aprendiendo y quiero contribuir a mejorar las condiciones de vida de otras personas. Sin embargo, no me gusta caminar en línea recta y por eso no hago referencia a planes específicos de largo plazo, pues nadie los tiene. Incluso si alguien los tuviera me parecería tremendamente aburrido. La vida se disfruta más cuando nos permitimos cambiar de planes, experimentar cosas nuevas y encontrar nuevas pasiones en actividades que antes eran desconocidas. Hace cinco años no pasaba por mi cabeza la idea de ser economista y fue la sorpresa más linda que llegó a mi vida. Soy un loco apasionado por lo que me encuentro haciendo actualmente, pero prefiero permitir que el azar me lleve a lugares inesperados.  Eso sí, siempre teniendo claro como norte el servicio a los demás.
 

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