02/03/2016

Corriente Circumpolar Antártica (CCA), una fábrica de especies coralinas

La Corriente Circumpolar Antártica (CCA), un extenso flujo de aguas veloces y heladas que se mueven, de oeste a este, alrededor del Polo Sur, sería responsable de la diversificación de especies coralinas en las aguas profundas del Pacífico Sur y del Océano Austral.

Esta posible fábrica marina de organismos, que conecta a los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, habría ayudado a diversificar y conectar poblaciones de octocorales, los cuales, gracias a su crecimiento ramificado, crean estructuras tridimensionales que contribuyen a la biodiversidad del sistema, dado que filtra el agua y provee refugio y alimento a diversidad de organismos -incluyendo invertebrados como las estrellas y lirios de mar- y a diferentes especies de peces, muchos de los cuales son de interés comercial.

Los octocorales son un tipo de coral blando, con cerca de 3.000 especies distintas.

Un estudio reciente publicado en BMC Evolutionary Biology sostiene que la CCA posiblemente ayudó a separar dichas poblaciones, creando una barrera entre ellas y generando así nuevas especies de octocorales. Sin embargo, la separación no ha sido total y completa, pues a lo largo del tiempo, y por cortos periodos, la corriente ha permitido que uno u otro individuo sea capaz de atravesarla, por lo tanto, se considera a esta corriente una barrera suave.

"Las fluctuaciones o movimientos latitudinales de la CCA durante el Mioceno probablemente contribuyeron a la diversificación de los octocorales ‘cepillo de botella’", afirman los investigadores, entre quienes figuran científicos de Colombia (Universidad de los Andes), Nueva Zelanda (NIWA, Wellington), Australia (CSIRO, Tasmania) y Alemania (Justus Liebig Universidad de Giessen).

Video: NASA.

Tras explorar el rol potencial de la corriente en la diversidad biológica, hallaron que desde su origen (límite entre Oligoceno y Mioceno) ha actuado como una barrera semipermeable para los octocorales. "Hace mucho tiempo, la corriente estuvo más arriba de lo que está ahora y ello, posiblemente, habría facilitado que la especie ancestral de octocoral, tal vez originaria de la Antártica, migrara hacia arriba y colonizara el norte para luego diversificarse, dando paso a nuevas especies de octocorales. La forma más fácil para hacerlo pudo haber sido ser a través de la cadena montañosa sumergida Macquarie, que se extiende desde el extremo más austral de Nueva Zelanda hacia el sur", afirma Luisa Fernanda Dueñas, candidata doctoral de la Universidad de los Andes e investigadora principal del estudio.

"Cuando la corriente volvió a bajar y se posicionó en el lugar en el que está ahora separó a los individuos generando poblaciones de octocorales al norte y sur de la misma. Las del norte habrían migrado, posteriormente, hacia Nueva Zelanda y Tasmania. Este mismo patrón de colonización se ha observado en otras especies, como algunos peces", agrega Dueñas.

Incluso, en un estudio previo, divulgado en 2008, científicos de Australia y Nueva Zelanda, pertenecientes al proyecto ‘Censo de la Vida Marina’, documentaron la presencia de una enorme colonia de estrellas de mar en la cordillera marina Macquarie -de 1.400 kilómetros de extensión- y atribuyeron su existencia en el lugar “a la rapidez con la que circula la corriente marina por sus desfiladeros y picos", publicó el diario El Mundo, de España, sobre los resultados de la expedición científica de estos investigadores a la cordillera Macquarie.

El científico Mike Williams, miembro de dicha expedición, afirmó en ese entonces que "a esa extrema velocidad se estima que la corriente es entre 110 y 150 veces mayor que todo el agua que fluye de todos los ríos del mundo", según citó el diario español en un artículo sobre el tema publicado en su página web.

En el caso del estudio que aparece en BMC Evolutionary Biology, los científicos analizaron cerca de 100 muestras de cuatro poblaciones de octocorales: una cerca de Nueva Zelanda, otra en Tasmania, otra en Antártica (Mar de Ross) y una más en la cadena montañosa Macquarie. "Nos dimos cuenta de que estos últimos no se asemejaban en nada a los organismos de Nueva Zelanda, son una especie nueva", afirma el biólogo marino Juan Armando Sánchez, profesor de los Andes, coautor del estudio y quien lleva más de 10 años investigando la biodiversidad marina en el Océano del Sur.

Al comienzo, los científicos creían que se trataba de una sola especie de octocoral, ampliamente distribuida en esos cuatro puntos geográficos, pero, tras analizar las muestras en laboratorio, confirmaron que sus diferencias morfológicas son evidentes, de manera que podrían ser consideradas nuevas especies. Dichas diferencias las han acumulado a lo largo de los años. "Ahora nos encontramos en el proceso de analizar estas diferencias para así describir dos nuevas especies de octocorales 'cepillos de botella' para la ciencia", puntualiza Dueñas.

Las muestras analizadas, ubicadas entre 350 y 1.700 metros de profundidad, corresponden a fragmentos de octocorales recogidos con anzuelos y redes de barcos pesqueros en la Antártica y las otras zonas descritas, durante los últimos 10 años. En el laboratorio de Biología Molecular Marina (BIOMMAR), de la Universidad de los Andes, fueron procesadas por medio de diferentes pruebas de biología molecular. Sus resultados se analizaron en colaboración con el laboratorio Biomlics, también de Uniandes, dirigido por el profesor Andrew J. Crawford, coautor de la publicación.

Según los investigadores, este tipo de estudios suponen un trabajo riguroso y dispendioso si se tiene en cuenta que obtener las muestras necesarias de profundidades tan grandes no siempre es sencillo, por lo cual trabajan en conjunto con instituciones internacionales, a fin de obtenerlas. Con ellas, estudian el origen de la diversidad marina en diferentes áreas del Océano.

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