04/05/2011

Fueron tres tristes tigres ...

manos de niños haciendo matoneo
¿Qué es la intimidación escolar?

Un giro de 180 grados dio la vida de tres protagonistas de la intimidación escolar o del llamado ‘matoneo’ en un colegio de Bosa, en Bogotá. El programa Aulas en paz, profesores y compañeros fueron sus cómplices para transformar la violencia. El programa ya está en quince municipios de Colombia y cuatro de Monterrey (México) y obtuvo el premio de la Universidad de Chile en el concurso de ‘Prevención del Delito en América Latina y el Caribe’ en 2010.

Por: Beatriz García Nova
bgarcia@uniandes.edu.co

Era el ‘León rugiente’, era el valiente, el líder, el más fuerte. Pero no entendía por qué nadie lo quería. No le servía haber enfrentado a otros más grandes del colegio o poner a temblar a sus pares solo con acercarse. “Todos me odiaban”, cuenta Daniel Pacheco, de quinto A, quien en el papel del ‘León’ duró sus primeros años de primaria en el colegio Argelia, de la localidad de Bosa, en Bogotá. “En cuarto, unos niños de quinto estaban intimidándome. Les respondí con patadas y puños. Siempre reaccionaba así”.

Igual le pasaba a Miguel Ávila, de quinto B: “El año pasado, un amigo trajo una patineta, yo la quería usar y lo agredí, lo empujé y le pegué. Hasta me hubieran podido expulsar –reconoce con una mirada seria–. Antes, casi nadie me hablaba. Me acercaba a Javier y él cerraba los ojos. Yo le daba miedo. Le preguntaba por qué y no respondía”.

Pero Javier dejó de ser tan temeroso con su amigo luego de que los profesores, a quienes Miguel retaba todo el tiempo, recibieran nuevas herramientas para orientar casos problemáticos como el suyo durante el último año. Para sorpresa de muchos, Miguel consiguió pasar cuarto sin cambiar de curso, reflexionó sobre el papel de un líder y se transformó al ver que sus compañeros y maestros lo apoyaban. ¿Cómo se lograron semejantes cambios?

Daniel, el travieso
Casi como por arte de magia (aunque implicó un año de trabajo continuo e intensivo con los niños), los puños y patadas de Daniel y de Miguel cambiaron por ideas antes ajenas: ‘diálogo’, ‘respuestas asertivas’ y ‘comités de convivencia’. Desde que llegó al colegio el programa Aulas en paz, empezó a cambiar la vida de agredidos y agresores.

Daniel no oculta su dicha: “Ahora tengo más amigos. Aprendí que no debía responder así, aprendí a no intimidar a la gente, a respetarla. Antes reaccionaba con lo mismo que me hacían, lo cambié y siento que ya todos me acompañan”.

Su profesora de español, Fanny Rubiano Rodríguez, comenta que Daniel estaba por perder el año y su mejoría en convivencia también levantó lo académico para él y para su curso. Luz Mireya Triana Olaya, de matemáticas y directora de quinto A, está de acuerdo: “Daniel Pacheco era agresor. Dialogamos con él, se unió al grupo y hasta la expresión de su cara y su presentación personal son diferentes”.

Y la paz se hizo
“Aulas en paz se trata de entender qué hacer en los casos de intimidación, hablar con los profesores, ser solidario, portarse bien en el salón”, dice Daniel, para referirse al programa basado en una serie de investigaciones nacionales e internacionales sobre la convivencia y la agresión en las escuelas, del grupo ‘Agresión, Conflictos y Educación para la Convivencia’ que dirige Enrique Chaux en el Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes.

El programa, que responde a la política del Ministerio de Educación Nacional, opera en asocio con la Corporación Convivencia Productiva y se desarrolló durante cuatro años en seis instituciones educativas de Bogotá, dos distritales (una de ellas el Colegio Argelia) y cuatro en concesión. Desde 2008, el programa se expandió en 27 instituciones de Cesar, Magdalena, Chocó, Antioquia y Norte de Santander.

Los elogios, que no paran para Daniel y Miguel, son un ejemplo de lo eficaz que resultó la estrategia desde que se inició en Bogotá. Tan bien se desarrollaron competencias ciudadanas relacionadas con la agresión y la violencia y tanto mejoraron los ambientes de aprendizaje de los grupos participantes, que aunque ya no hay seguimiento de esos primeros colegios, el de Argelia quiso seguir con Aulas en paz por cuenta propia.

Así, mientras Miguel aprendió a respetar a sus maestros, ellos le ayudaron a enfocar su liderazgo. De él destacan que se expresa como un adulto y enriquece a los demás con su vocabulario. Él y Daniel toman el reconocimiento con madurez. No se enorgullecen del pasado.

Entrar en acción
“Hay diferentes tipos de respuestas: asertiva, agresiva y pasiva”, expone de memoria la estudiante Laura Patiño. Luego interrumpe Andrés Rey: “Respuestas asertivas: ni tan pasivas ni como para que le tengan a uno miedo en el salón”.

Con ellos, ochos niños más que no pasan de los 10 años, están sentados en círculo sobre el pasto donde normalmente juegan en los recreos. Todos hablan al tiempo, quieren demostrar lo que saben sobre convivencia ciudadana: “Tenemos el deber de estudiar y el derecho a no ser maltratados”, agrega Andrés. Y ahí mismo sigue José Iván: “Intimidación es cuando alguien es frecuentemente agredido o lo amenazan no solo física sino verbalmente”. Y otro de los niños agrega: “Entre los compañeros pueden ayudarse, ser autónomos”.

Cerca de este grupo, los de otro salón de primaria preparan una muestra de las dramatizaciones que hicieron el año anterior. Mientras tanto recuerdan diálogos, juegos, una obra en la que debían formar un árbol y otra, en la que imitaron todos en el salón una intimidación, plantearon una solución y la representaron.

“Como cuando me escupieron”, “cuando a él le pisaron la cara”, “¡o cuando lo arrastraron por el piso!”, dicen por su parte Miguel y Daniel recordando escenas de las que han sido testigos o protagonistas. Laura sigue: “Un niño era muy agresivo, hablaron en el salón, con los profes y con la coordinación y el niño tuvo que salir del colegio”. Un final que podría haber sido distinto, de tener en ese entonces las herramientas actuales.

Aunque se ven juegos de manos y no pretenden ser un colegio perfecto, es notorio el avance, según Danis Solano, psicóloga de la sección primaria en el Colegio Argelia, quien desde 2007 ha liderado allí la implementación de Aulas en paz desde los grados segundo hasta quinto.

Para Solano, poder identificar las emociones ha sido un gran logro. Desde segundo grado se trata el tema de resolución de conflictos. En los más pequeños se refuerza “qué hacer con lo que sentimos (ira, rabia, miedo…). Se les enseñan técnicas como respirar, contar hasta diez, utilizar el lenguaje”, asegura la psicóloga, que lleva diez años trabajando en este colegio.

En cuarto trabajan el denominado ‘matoneo’. Aprenden cómo buscar ayuda, los estudiantes logran identificar características de cada uno. “Desde su individualidad reconocen cómo son para convivir con la diferencia de los otros”, explica ella.

Ejercicios de comprensión de lectura, por ejemplo, propician que los niños puedan auto controlarse, que asimilen que nada justifica el maltrato. Cada sesión va hilada con la que sigue y están estructuradas las actividades de acuerdo con la edad.

En el descanso, Luz Helena Pulido, la profesora de cuarto C, muestra que no solo se trata de teoría cuando percibe una pelea entre dos niños. Queda alerta, sabe perfectamente qué hacer. Los interrumpe y con una moneda deja a la suerte quién será el primero en hablar –“para no dar a entender que estoy en defensa de alguno”, aclara–. El primero explica, luego el otro. Todo termina en un apretón de manos.

Según la psicóloga Solano, “no se pretende que no haya conflicto. Pero se ha manejado. Hemos logrado saber cuándo los niños necesitan ayuda”.

Dónde está el acierto
Aunque en el grado cuarto se dispara el tema de bullying (intimidación, en inglés), según la psicóloga Solano, entre los más pequeños también hay personajes que dan dolores de cabeza a amigos y profes, como Mateo, actualmente de tercero A.

“Profe, Mateo rayó la cartelera. Profe, Mateo cogió mi cuaderno. Profe, profe, profe…”, narra Lilia Ibáñez, maestra de tercero B. Siempre era lo mismo –dice–, todo era en torno de él, se paraba, molestaba, regaba el yogur. Desde final del año –cuando Mateo estaba en segundo– ha pasado todo lo contrario, empezó a ser ejemplo para sus compañeros.

“La idea no es rotularlos, sino trabajar con ellos para darles otro tipo de liderazgo”, explica Danis Solano, quien resalta que se trabaja no solo con los niños sino con toda la comunidad educativa, profesores y papás. El objetivo es buscar soluciones en el colegio y en la casa.

Los comités de convivencia, conformados por niños hábiles para mediar, hacen un acta de cada conflicto, llegan a acuerdos y los maestros sirven de testigos. Los profesores también tienen su comité, se reúnen y llevan un proceso de formación.

Con los más pequeños, las estrategias para aprender sobre convivencia varían, con ellos realizan actividades como describir en cuatro minutos un lugar en el que el niño se sienta tranquilo y, para calmarse en situaciones difíciles, les enseñan tácticas con el reloj de las emociones o les presentan cada semana personajes como ‘Tuga’, la tortuga, que cuando se enoja se mete en su caparazón y luego sale; ‘Coro’, el loro, al que todos los niños, en coro, le piden que deje de ser agresivo y ante eso él no tiene otra opción. También trabajan con ‘Ada’, la gata calmada, que les enseña a contar hasta diez; con un oso cariñoso, un perro, un caballito de mar y el ‘León’, que como Mateo, Miguel y Daniel, aprendió que todo era mucho mejor si lograba dejar de rugir.

Estudiantes de la maestría en educación de la Universidad de Harvard visitaron el Colegio Argelia con su profesora Cecilia María Vélez, exministra de Educación Nacional en Colombia y exsecretaria de Educación de Bogotá.

Ayudas para padres de familia en el tema de bullying (cuándo buscar ayuda profesional, cómo comunicarse mejor con los hijos y ayudarles con la intimidación escolar) pueden encontrarse en el Kit paPaz: https://aprendiendoaserpapaz.redpapaz.org/ 

Cómo identificar, evitar y afrontar la intimidación escolar en el colegio, en: http://redpapaz.org/intimidacion/ 

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