05/08/2019

La pertinencia como tarea de las universidades - Parte 2

Imagen del campus de la Universidad de los Andes

Por: Luis Enrique Orozco Silva
Profesor Titular
Facultad de Administración
Universidad de los Andes

(Esta columna de opinión es la segunda parte de las reflexiones del profesor Luis Enrique Orozco Silva sobre la sociadad y la academia, la primera entrega es  La universidad colombiana frente a las demandas sociales.)

Dos características se observan en el nuevo discurso sobre la educación universitaria: la velocidad de los cambios y la centralidad que tiene en la discusión el tema de la pertinencia, inclusive desplazando el de mejoramiento de la calidad, frecuentemente reducido por los gobiernos a intervenciones de "control y vigilancia".

Estos fenómenos con frecuencia ocurren a espaldas de las Instituciones de Educación Superior (IES), que se encuentran, como dice B. Clark, en una especie de "vértigo de adaptación": enfrentan, por un lado, una fuerte crisis de legitimación y relevancia frente a la sociedad, al gobierno y a los usuarios de los servicios, y, por el otro, la ausencia, por parte del gobierno, de una planeación indicativa sectorial que oriente al Sistema de Educación Superior en su conjunto, con normas que no sean contradictorias y dejen de expresar, no pocas veces, los intereses de sectores que buscan consagrar sus privilegios en un mercado lleno de asimetrías. Esta crisis es perceptible en la gestión interna de las instituciones y debe ser entendida en su verdadero sentido porque constituye una clave para el análisis de las transformaciones en curso.

Una visión de conjunto de estas turbulencias parece indicar que se trata de una incoherencia entre la visión que la "universidad tradicional" tiene de sí misma y las expectativas que los grupos de interés actuales tienen de ella. Para muy pocos cuentan los valores básicos que defienden y practican, por lo menos, algunas universidades consolidadas: la libertad intelectual, la autonomía, el valor de la crítica y el interés de la universidad en la formación integral de sus egresados.

A las universidades se les pide, por el contrario, que produzcan conocimiento de frontera sin profesores bien formados; que capaciten profesionales de manera rápida y poco costosa, y que se articulen a la solución de los problemas del país sin que las propuestas de quienes detentan el poder puedan ser discutidas. Los grupos de interés requieren una "universidad funcional", orientada por los mercados.

En esta dirección las preguntas son claras. ¿Cómo construir la universidad necesaria si ésta no identifica claramente el compromiso con el país? ¿Cómo hacerlo sin sacrificar su idea original como institución, jalonada por el conocimiento y la crítica, buscando ser pertinente, pero también fiel a sí misma? ¿Cómo realizarlo si los gobiernos se alejan cada vez de sus obligaciones en materia de financiamiento y sin una adecuada intervención en este nivel de educación?

Los grupos de interés requieren una "universidad funcional", orientada por los mercados
Luis Enrique Orozco
Profesor

En este contexto es posible, con cierto realismo, identificar algunas tareas para la construcción de la universidad necesaria en el país:

  1. Identificar una direccionalidad de las políticas públicas en materia de educación para evitar la improvisación e inadecuada intervención de los gobiernos en la prestación del servicio público de la educación de tercer nivel. Dado que, de hecho, los gobiernos no lo han hecho, las universidades podrían tomar la iniciativa.
  2. Asumir la responsabilidad social, por una parte, en el fomento de la democracia y por otra, en el incremento de la participación de la sociedad civil. Esto implica una revisión profunda de los esquemas de formación profesional y ética de los estudiantes y un compromiso, en la actividad de investigación, con las urgencias del país en materia de desarrollo sostenible.
  3. Sugerir políticas públicas en materia de democratizar el acceso a la educación superior para lo cual es necesario diversificar la oferta educativa, articular los diferentes niveles de educación, flexibilizar los currículos y crear seguimientos y apoyos a la población de alto riesgo entre primero y quinto semestre.
  4. Generar una política pública en materia de inversión en ciencia y tecnología de modo que las normas al respecto pierdan en retórica lo que ganan en efectividad, mediante programas financiados para la formación avanzada, la articulación entre las universidades y el sector productivo, la inversión del sector privado en educación y la diversificación de las fuentes de ingreso en el sector oficial de la educación de tercer nivel.
  5. Redefinir sus funciones sustantivas de investigación, docencia y articulación con la sociedad en el marco de una economía global, de una sociedad del conocimiento y en coherencia con los nuevos escenarios que modifican sus condiciones internas de operación.

Asumir el ser relevantes no significa que las universidades tomen para sí la tarea del desarrollo, reemplazando la acción de los gobiernos. Por el contrario, se trata de desarrollar nuevos liderazgos, de asumir la tarea de los cambios necesarios ante escenarios cambiantes, e incrementar su potencial para asumir su responsabilidad como instituciones estratégicas para atender las urgencias de la pobreza, mientras se mantienen autónomas y fieles a su "idea" original. El desafío último seguirá siendo: contribuir a la construcción de una sociedad más abierta, crítica y flexible.

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