21/11/2016

La Orquesta de Los Andes celebra sus 10 años

Orquesta sinfonica tocando en iglesia

La Orquesta de Los Andes cumple 10 años

Con este texto, Manuel Cubides Greiffenstein, directo de la Orquesta, recuerda los inicios de un sueño de decanos, profesores y estudiantes.

En estos dos lustros, la Orquesta ha ido evolucionando en varios los aspectos. Nuevos integrantes fueron engrosando sus filas y los estándares se elevaron considerablemente en posibilidades técnicas, en ampliación de repertorio y en variedad programática. Así, a medida que el tiempo ha pasado, han llegado muchas obras a los atriles: unas pequeñas, unas grandes, unas sutiles, otras vistosas, y se han abordado infinidad de géneros, desde obras sinfónicas mayores hasta la ópera, desde conciertos solistas hasta obras sinfónico-corales, y se han estrenado varias obras originales,  de profesores y de estudiantes de Composición. 

Entre los últimos proyectos de Gretel Wernher, en su época como decana de la Facultad de Artes y Humanidades , estuvo la creación de una orquesta, porque dentro de sus deseos al frente de esta facultad estaba impulsar las actividades, presencia y visibilidad del Departamento de Música, creado bajo su tutela. Y lanzó la idea sin preguntarle a nadie, tal vez a la almohada o quizá a algún griego a quien le oyera con entusiasmo entonar algo en la escala frigia; porque si algo había que le produjera una exuberante pasión, eran los griegos. Nadie creyó en esa bomba inconsulta, en especial porque en aquel entonces no había ni cómo ni con quién. En efecto, se daba una especie de círculo vicioso: no había orquesta porque no había instrumentistas y no llegaban instrumentistas porque no había orquesta. Obviamente, las cosas así no llevaron a nada. Pero lo peor es que, al poco tiempo, la idea pasó a último plano ante la desdicha de que una rara enfermedad acabó con la vida de Gretel. Sin duda, una pérdida enorme en general y, en particular, generó una tristeza infinita porque desapareció un piso sólido para el apoyo de la actividad musical en la Universidad.

Carlos Angulo, el rector de ese entonces, designó a Claudia Montilla como nueva decana,  gran aliada también para el desarrollo de la música, por afinidad artística y por haber sido una comprometida integrante del Coro de la Universidad en sus épocas de estudiante y haber recibido una gran dosis de sensibilidad vital de manos de Amalia Samper. Y estaba en la escena Armando Fuentes, que dirigía el Departamento de Música y que a veces se ilusionaba con imposibles. Entre los dos trajeron la idea nuevamente a la vida.

Pero la cosa no era así no más. Para romper el statu quo y generar un ambiente propicio, se crearon unas becas de apoyo que atrajeron a algunos estudiantes de Instrumento, en especial de cuerda que es la base de cualquier orquesta; por su parte, los profesores, que aplaudieron con entusiasmo también la idea, se sumaron al empeño al participar directamente en la orquesta, aportando generosamente su tiempo y su invaluable experiencia. Era un comienzo, claro, pero si uno mira lo que es una orquesta en realidad, éramos apenas tres gatos, caramba, tres gatos ilusos. Y aún así, por allá en marzo de 2006, decidimos empezar a ensayar.

Gustavo Kolbe, uno de los más relevantes violinistas de nuestro contexto, concertino de la Orquesta Sinfónica de Colombia de la época de Olav Roots, llevó las riendas de las cuerdas en calidad de concertino. ¡Qué honor! Julián Linares lideraba las violas y Laura Ospina los violoncellos. Pero “liderar” es un decir, porque detrás de esas cabezas profesorales había apenas una persona más. Era una orquesta “mini”. Y el repertorio se escogió a la medida, porque, buscando la excelencia, no se podía exceder el nivel técnico de los estudiantes de forma alguna. Puro Barroco, una época en la cual los grupos instrumentales aún no estaban plenamente estandarizados y las exigencias técnicas no eran muy elevadas.

Pero nos demoramos mucho tiempo, un año, antes de darle vida real a la orquesta. Había que formar “conjunto” primero que todo, en lo cual los estudiantes no tenían experiencia alguna, y esperar a ver si los estudiantes mejoraban su nivel de ejecución. Y es que debían entender la rutina orquestal, la disciplina, el compromiso personal con la asistencia regular, el estudio de las partes, en fin, todos los asuntos e implicaciones que hay que considerar como integrante de un grupo musical. El entusiasmo de la decana la llevaba a observar los ensayos de vez en cuando para percatarse de los progresos que llegaban poco a poco.

Escondiendo su presencia en la parte de atrás del salón, registraba el transcurrir del ensayo para comentar luego sus apreciaciones, con desbordante entusiasmo; así fuera desde la trastienda, su apoyo fue siempre una gran motivación para todos.
Finalmente, el grupo orquestal llegó a un nivel de aceptable madurez y se decidió que ya era hora de que viera la luz pública. La Orquesta de los Andes ofreció su concierto inaugural el 8 de marzo de 2007 en la Sala del Consejo de la Universidad, con la presencia del rector, los miembros del Consejo y destacadas personalidades. Y fue muy aplaudida no solo por su concierto, que fue sorprendentemente bueno y marcó una ruta de excelencia, sino en especial por la iniciativa de su creación. Un punto enorme a favor de Claudia Montilla y de Armando Fuentes.

Desde la concepción misma de la Orquesta se quiso que no fuera una simple práctica orquestal, sino que pudiera contribuir en todos los aspectos a la formación integral de sus integrantes con miras a su vida profesional futura, por lo que su funcionamiento se asimila, guardadas las proporciones, al de cualquier orquesta profesional en su rutina, su proyección pública y sus alcances. Todos los aspectos de su funcionamiento y de su organización tienen un propósito formativo hacia los estudiantes. Los conciertos son regulares, con un programa diferente cada mes y la música es cuidadosamente escogida en función de sus integrantes, considerando sus limitaciones técnicas y dándole prioridad a la búsqueda permanente de la excelencia interpretativa; también en función del público, receptor último de nuestros esfuerzos, con una programación coherente, atractiva y variada.

La Orquesta se ha constituido en un inmejorable espacio de apoyo a nuestros estudiantes, muchos de los cuales se han estrenado como solistas con el apoyo de la Orquesta. Pianistas, cantantes, violinistas, violistas, violonchelistas, guitarristas, flautistas, oboístas, percusionistas, en fin, han recibido el apoyo de la Orquesta y la calidez del compañerismo solidario. Una breve mirada a estos diez años da cuenta del extenso camino recorrido, de los grandes logros musicales alcanzados, así como del copioso número de músicos que se han beneficiado de su actividad. Claro, también algunos actores han cambiado: hay otro rector, Pablo Navas, otra decana, Patricia Zalamea, y también otra persona al frente del Departamento de Música, Carolina Gamboa; ellos, que si bien no fueron protagonistas en su inicio, no solo apoyan decididamente a la Orquesta para fortuna de todos, sino que son sus más entusiastas seguidores, lo que nos motiva y nos anima en la convicción de que la dirección y la manera como se lleva nuestra actividad son acertadas.

Como no se sabe muy bien cuándo nació la Orquesta, si fue cuando se conformó o cuando se inauguró - un año de diferencia entre lo uno y lo otro-, su décimo aniversario se celebrará entonces durante todo un año, con actividades y programas especiales. Comenzaremos ahora con la presentación de la obra más importante del siglo XIX, la Novena Sinfonía de Beethoven, con la colaboración del Coro de la Universidad, que ha sido siempre para la Orquesta un invaluable socio de actividades musicales y el verdadero pionero de la música en nuestra institución universitaria.

Nuestra Orquesta de Los Andes tendrá con seguridad muchas décadas más para proyectarse con solidez en el contexto musical, como fuente enorme de oportunidades; pero en especial, para seguir siendo ese espacio representativo que construye y fomenta la sensibilidad, directa e indirectamente, entendiendo que ese es el ingrediente esencial que nos permite entender positivamente el entorno y se constituye como un pilar fundamental para la convivencia social.

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