19/05/2021

Impuestos Verdes, una necesidad en la reforma tributaria

Imagen de un pez en el agua con bolsas plásticsa
Por: Juan Camilo Cardenas
Profesor de la Facultad de Economía
jccarden @uniandes.edu.co
Para EL TIEMPO

En tiempos de llamados a la calma, hablar de impuestos podría generar mucha molestia para algunos, por la posible disonancia con la realidad social del momento. Precisamente la reciente propuesta de reforma tributaria, que sirvió de punto focal inicial de movilización, disparó el malestar acumulado de las persistentes desigualdades y que la pandemia develó con crudeza. Sin embargo, a través de una discusión sobre los impuestos verdes podríamos reorientar nuestro contrato social no solo entre ciudadanos sino con la naturaleza. Esta crisis por la pandemia y por la movilización social podría ser aprovechada para una deliberación seria y profunda de este tema no tan coyuntural.

Los impuestos hacen parte de esa molestia que a la vez nos hace mas civilizados en una sociedad moderna justa. Los tributos hacen que cada cual aporte, desde sus responsabilidades, para proteger los derechos de todos.En el caso de los impuestos a las actividades que generan daño a los demás, hay cuatro justificaciones de su pertinencia y por ello la siguiente propuesta tributaria debería incluirlos.

En primer lugar, estos impuestos, llamados pigouvianos, pueden desincentivar el consumo de los bienes o servicios que causan el daño. En segundo lugar, al desincentivar el consumo generador de daños a otros, puede incentivar el consumo de bienes sustitutos que tengan un menor daño y así mantener el bienestar de los consumidores reduciendo los costos sociales de todos. Esto nos lleva al tercer posible efecto: esa sustitución incentiva la innovación de emprendimientos verdes que los produzca con un menor costo social. El cuarto posible efecto es el de generar recaudos tributarios que el estado puede usar para buscar los objetivos ambientales. Lograr a la vez estos cuatro objetivos, reducir el consumo dañino, aumentar el consumo mas sano, promover emprendimiento y aumentar recaudo fiscal, es imposible.

Si el consumo dañino baja lo suficiente, se reducirán los recaudos aunque mejorará la calidad de vida de todos y se generarán emprendimientos de bienes mas sanos para todos. Si el consumo del bien dañino se mantiene a pesar del precio mas alto, se generarán recaudos importantes que se pueden usar para mitigar o adaptarse al daño. El balance neto de un impuesto verde bien diseñado es reducir el costo neto a la sociedad por cualquiera de estos cuatro canales.

Afortunadamente esto no es nuevo para nosotros y por ello aprendamos de lo recorrido. La salud y la educación en este país se han beneficiado de impuestos al tabaco, licor y juegos de azar, actividades cuyo consumo excesivo e irresponsable generan daños a la sociedad, pero que bien manejado, generan disfrute y recursos para financiar nuestros bienes públicos.

Es hora de que tratemos el consumo de combustibles fósiles, de plásticos de un solo uso, de bebidas azucaradas o de agroquímicos como bienes de importancia para la economía pero que pueden ser gradualmente sustituidos con innovación empresarial y cambios de costumbres. Hoy tenemos mas consenso en buscar una economía mas sostenible, y además mas justa. Los impuestos verdes ayudan a cumplir las dos.

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