27/01/2016

Qué dicen las mujeres con discapacidad sobre su propia sexualidad

imagen mezclada de unas sábanas con una mujer desnuda gritando

Qué dicen las mujeres con discapacidad sobre su propia sexualidad

‘Interdicta, ¡jamás!’

Las dos manos sobre su cara ocultan su sonrisa. La conversación ha llegado a un tema que todavía avergüenza a Laura: su sexualidad. Pero no es un asunto nuevo.  

Desde hace cuatro años, cuando tenía 12, recibió su primera fórmula de métodos de anticoncepción. Todavía no los usa pero en dos años, cuando cumpla 18, será ella quien decida si quiere ser madre o no. 

“Yo no lo puedo truncar”, acepta Claudia Varela, su mamá. 

El año pasado Laura estuvo en un taller de educación sexual que Profamilia ofreció para mujeres con discapacidad. Ella tiene Síndrome de Down. “De eso entiendo un poquito”, dice ahora que conoce más de su propio cuerpo y está al tanto de lo que implica la vida sexual.

Pero ser madre por ahora no es una opción para Laura. “Primero quiero terminar el colegio, ir a la universidad y de pronto tener un trabajo”, explica ya más liberada del pudor inicial. 

Sentada en la sala del apartamento en el que vive con sus papás y sus hermanos mayores habla así, muy apropiada de su futuro y su vida… Hasta cuando aparece la idea de estar con alguien... 

–Primero tengo que contar con la autorización de mis papás…

–Estás pensando que vamos a decir que no, pero si se presenta un chico que te guste. –interrumpe la mamá.

–¿Puedo?

–¡Claro!

–Entonces, ¿por qué no? De pronto…

Y ahí vuelve a aparecer la seguridad y la evidencia de esa autoestima sólida que su familia le ha ido ayudando a construir. Y pone sus reglas claras: “Si es un muchacho con malas intenciones prefiero decirle que no y quedarme sola”.

Entonces llega el tema tabú de la sexualidad exacerbada que muchos les achacan a las personas con síndrome de Down. Ella permanece callada, pero Claudia, a su lado, dice que es más bien un asunto de educación. “Las personas como Laura son muy cariñosas y todo el tiempo dan amor, lo que hace falta es encauzarlo bien”.

De eso se encargó ella durante todo el tiempo que estuvo dedicada exclusivamente a su formación. Y solo hace dos años, cuando sintió que había alcanzado la autonomía necesaria para tomar sus propias decisiones y estuvo segura de que su hija se sentía como un ser humano como cualquier otro, retomó su trabajo.

Lo que siga es decisión de Laura. Y solo de ella. Porque “interdicta, jamás –dice Claudia–. Laura es muy capaz”. 

'Ella no puede llevar una familia'

A sus 40 años Diana de la Ossa vive “a la sombra” de su mamá. Ella misma lo dice. Y eso la hace feliz. Nació con un retraso mental leve y creció siendo dependiente.

En una época iba sola a encuentros deportivos con personas como ella, pero un abuso sexual que terminó con una denuncia en la Fiscalía contra uno de ellos la llevó a un hospital siquiátrico y luego la recluyó con fuerza en la seguridad de su casa. Ahora le huye a la calle.

Durante la adolescencia de Diana, Nina Rojas, su mamá, escuchó varios consejos para esterilizarla y prevenir un eventual embarazo. Y estuvo tentada de hacerlo. “Pensaba en cuál sería el futuro de un hijo de ella, porque los niños con discapacidad, como ella, no pueden llevar una familia”.

Sin embargo, el tiempo pasó y el procedimiento nunca se llevó a cabo. Y ahora, dado que son escasos los momentos de la una sin la otra, Nina no ve la necesidad de hacerlo. “Porque Diana no es ‘brincona’. De lo contrario, ya lo habría hecho”.

Similares son las motivaciones de Gloria de Herrera para descartar la esterilización de su nieta Alejandra, que nació hace 19 años con la manifestación más severa de Cornelia de Lange, un síndrome que le impide hablar, caminar, asearse e interactuar con su entorno.

Por eso, la simple idea de la sexualidad de Alejandra resulta remota. “Eso no lo he pensado, ella es una niña, es la bebé de nuestra casa”, dice mientras una terapeuta estimula a su nieta en un cuarto aledaño a la sala donde Gloria y una amiga se toman un tinto para calentar la tarde.

–Aunque –dice la amiga– sería lo más lógico que tuviera ese derecho. Si lo tuvo uno ¿por qué ella no?

Pero la posibilidad de un embarazo de Alejandra sencillamente no cabe en la cabeza de Gloria. Ni siquiera la idea de que sienta deseo sexual. Y en ese sentido, la esterilización no viene al caso. 

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