22/06/2016

La firma, un momento esencial del proceso de paz, pero no su fin

Laura Betancur Restrepo

Laura Betancur Restrepo, doctora en Derecho

Parte del conflicto es que sus causas se perciben de maneras distintas. Muchos de sus aspectos no se resuelven instantáneamente con un acuerdo.

Por: Laura Betancur Restrepo
Doctora en Derecho, Universidad de los Andes
Magíster en Derecho Internacional, Université Paris 1

¿Qué es lo que el ciudadano colombiano promedio debería saber y entender acerca del conflicto armado colombiano (su historia, sus transformaciones, sus costos y sus implicaciones)?

Parte del mismo conflicto es que se perciben sus orígenes, evolución y presente de formas muy distintas: algunos creen que hay actores políticos y otros, que solo hay terroristas y criminales; hay quienes justifican el origen y la necesidad de empuñar las armas en un momento dado -desde la izquierda y la derecha-, mientras otros son radicales en negar esta 'forma de lucha' o consideran que, a pesar de ser justificable en un momento dado, el actuar de varios grupos se degradó y perdió dicha justificación inicial.

No creo que debamos debatir si existen unos elementos históricos que justifiquen o critiquen desde una perspectiva, sino mostrar que, precisamente, uno de los elementos que han hecho tan enmarañado y difícil este conflicto es esa diversidad de opiniones sobre el mismo y las múltiples fluctuaciones con que se han percibido las acciones de todos los actores que lo componen y su relación con la sociedad civil.

La idea de dar unos datos concretos que, sobre todo, destaquen los efectos y/o percepciones distintas que existen entre zonas de conflicto y áreas menos castigadas por el mismo, entre lo rural y lo urbano, entre opiniones de víctimas directas y no víctimas, me parece una aproximación muy pertinente para mostrar esta diversidad de conflicto que todos entendemos y vivimos de formas tan distintas.

RETOS DEL DESPUÉS

Es un especial informativo que muestra reflexiones académicas, aportes, iniciativas e investigaciones relacionadas con lo qué deben saber y entender los colombianos sobre lo que cambiará en el país y lo que no, si se firma un acuerdo entre el Gobierno y las guerrillas de las Farc y el Eln.

El especial nace de un esfuerzo conjunto realizado por Ediciones Uniandes y la Maestría en Construcción de Paz para convocar a los profesores de la Universidad en torno a estas preguntas.

¿Qué cambiará en el país (y lo que no) si se firma un acuerdo entre el gobierno y las FARC, y eventualmente con el ELN? ¿Cómo podemos comunicar de manera realista y documentada los retos del posconflicto colombiano?

Se puede hilar con el punto anterior: si vemos que se perciben de muchas formas las causas del conflicto y la acción de sus diferentes actores armados, es también importante diferenciar lo que se puede esperar con la firma de un acuerdo entre algunos de ellos y todo el conflicto.

Por un lado, porque no incluye a todos los actores armados, históricos ni presentes y porque tampoco incluye todas las causas percibidas de violencia. Por otro lado, porque en todo caso en lo que concierne a esos actores concretos, se debe esperar que la firma sea un momento esencial de un proceso, pero no el fin del mismo. De esta forma, una cosa es el proceso de paz, cuyo fin puede ser el acuerdo y otra el fin del conflicto, en donde la firma es solo un paso más (aunque clave) en un proceso que continúa. Esto aplica, claro, para el eventual proceso con el ELN (¿y el EPL?) también.

En este sentido, buena parte de los retos son inmediatistas, atados al punto del acuerdo, pues permite que la ilegalidad de una de las partes se resuelva y la violencia directa que surge de ese combate se canalice y pase al diálogo político (al menos de manera pública); sin embargo, no resuelve otros temas.

Muchos aspectos del conflicto se deben no solo al hecho de que haya una o varias partes alzadas en armas, sino al abandono estatal de buena parte del territorio, en donde ha imperado por décadas la cultura de la violencia; a la pobreza y desigualdad rampante, a la desconfianza de algunos de los actores armados que no crean en los resultados del acuerdo, a las dificultades de hacer una reintegración acertada, a los estigmas que tienen tantas personas vinculadas con la guerra (ya sea como desmovilizado, como víctima, como violador de derechos humanos, terrorista, narcotraficante)... Estos no se resolverán instantáneamente con el acuerdo.

Creo que debe hacerse énfasis en que sí habrá, sin duda, un cambio (político, social, jurídico, cultural...) muy importante en el conflicto, en donde una (o varias) de las partes que estaban enfrentadas alimentando la guerra, ahora trabajarán juntas (aunque como opositoras políticas) en la construcción de la paz nacional.

Una forma de documentarlo es usar datos concretos de procesos comparados (nacionales o no) en donde antiguos combatientes han pasado de hacer la guerra a participar activamente en la contienda política de sus países (cuántos políticos ha habido desde la desmovilización del M19, por ejemplo). El caso de Suráfrica podría ayudar a ejemplificar el tema de integración nacional.

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