19/01/2018

Recuperar la confianza, ¿un acto de fe? - Análisis

De 60,5 % a 35,8 % cayó la credibilidad en los medios entre 2012 y 2016.
De 60,5 % a 35,8 % cayó la credibilidad en los medios entre 2012 y 2016.
“La gente tiene que cambiar de actitud y arriesgarse a darle la oportunidad al que ha fallado”. Rodolfo Arango
"Es imposible ir por la vida sin confiar en nadie; es como estar preso en la peor de las celdas: uno mismo”, decía el escritor británico Graham Green.

Y si le damos la razón, el escenario colombiano es inquietante: en los últimos años las cifras de confianza cayeron de manera estrepitosa. Solo 25,5  % de los colombianos confía en el presidente de la República, 24,3  % en el Congreso y 27,7  % en el sistema de justicia.

Apenas uno de cada diez ciudadanos cree en los partidos políticos. Corrupción en todas las esferas, mentiras para ganar elecciones, fraudes electorales, escándalos en las tres ramas del poder, magistrados investigados, Odebrecht, fallas en el sistema, falsos positivos… la lista no para y es lo que se les viene a la cabeza a los colombianos cuando les preguntan si confían en el Estado, como lo hizo la última encuesta del Barómetro de las Américas 2016.

Esta fue realizada por el Observatorio para la Democracia del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, con el apoyo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). “La gobernabilidad está atada a la confianza. Difícilmente se gobierna con una desconexión tan fuerte entre autoridades públicas y ciudadanos. Si no hay confianza en el sistema de justicia, en el de salud o en el funcionario que gestiona lo cotidiano ¿qué alternativa le queda al ciudadano?”, dice Miguel García Sánchez, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Pittsburgh y codirector —junto con Juan Carlos Rodríguez Raga— del Observatorio para la Democracia de Los Andes.

Pero ¿qué tan importante es creer en las instituciones públicas? ¿Nos afecta directamente? “Debemos ser conscientes de que esas instituciones son imprescindibles. Hay ideas soñadoras de que podemos vivir sin Estado. No es posible en sociedades tan complejas y desarrolladas tecnológicamente. Las instituciones son cruciales para una vida mejor”, dice Rodolfo Arango, doctor en Derecho Constitucional y Filosofía del Derecho de la Universidad de Kiel (Alemania) y profesor del Departamento de Filosofía de Los Andes.

El Diccionario de la lengua española define confianza como la “esperanza firme que se tiene de alguien o algo”. Sin confianza ¿hay esperanza? “Después de 50 años de guerra lo que perdura acá es la maleficencia y la desconfianza. Sobre todo, el presuponer la mala fe en los otros”, agrega Arango, quien también es abogado de Los Andes y magíster en Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia.

¿Cuestión de fe?

Entre las instituciones públicas en las que confían los colombianos solo dos superan el 50  % de credibilidad: las Fuerzas Armadas (54,8 %) y la iglesia católica (60,2 %). El caso de las Fuerzas Armadas es paradójico teniendo en cuenta que solo 35,6 % de los encuestados cree que respetan los derechos humanos. 

No es tan simple como parece. Este caso puede ser una radiografía de cómo se mueve el fenómeno de la confianza en Colombia. “Los falsos positivos no les bajaron la confianza a las instituciones en la era Uribe, porque las élites estaban más alineadas. No se cae la confianza con 3.000 muertos en ejecuciones extrajudiciales, pero sí por una pelea entre un presidente y un expresidente o por un escándalo de corrupción. Paradojas de la opinión pública”, opina García, de la Facultad de Ciencias Sociales.

Para Betsy Perafán, abogada y doctora en Educación de Los Andes, los medios juegan un papel fundamental en estas percepciones: “No son la mayoría de los funcionarios ni de los colombianos los corruptos, pero en los medios solo vemos esos casos y generan esa percepción”, afirma.

Pero no es que los medios estén muy bien parados. Sufrieron un desplome en la confianza. En 2012, 60,5 % de los colombianos creían en ellos. En 2106, se redujo a 35,8 %. Según el Barómetro, la opinión pública tiende a considerar que los medios defienden a los sectores políticos y económicos más importantes del país, que los controlan.

“Los medios no nos dicen qué debemos pensar, pero sí en qué debemos pensar, ponen la agenda. Tienen menos efecto del que creemos. No pasa que si veo un determinado canal salgo alineado con lo que piensa el medio. Los medios contribuyen a reforzar predisposiciones, pero el ciudadano elige qué ver”, afirma García.

¿Cuál es el camino?

Una frase popular reza que la confianza es como el dinero: difícil de ganar y fácil de perder, pero ¿cómo la podrían recuperar las instituciones públicas en Colombia? “Desde las instituciones, con transparencia. Que se rindan cuentas de todo lo que se hace. Desde la academia, la tarea es la más importante, debemos formar ciudadanos que promuevan el cambio con sus acciones más allá de criticar y no hacer nada”, afirma Perafán, directora del área de Educación Jurídica de la Facultad de Derecho de Los Andes.

Pareciera una utopía y quizás se trata de pasos lentos, ¿pero seguros? “La experiencia alemana después de la hecatombe nazi se convirtió en ejemplo. Ellos tomaron medidas para reconstruir moralmente su sociedad devastada. Lo hicieron tan bien que se convirtieron en una potencia mundial 40 años después, no solo a nivel material, sino de las artes, las humanidades, la filosofía. Uno respira dignidad humana hoy en Alemania. La decisión sabia de países como Francia, España, Alemania e Italia es que la educación la estatizaron. La hicieron pública, gratuita y de alta calidad, para tener igualdad de oportunidades y permitir que las personas sean acogidas en la sociedad igualitariamente. Eso tiene efectos positivos de integración social”, reflexiona Arango. El filósofo agrega que en el mediano plazo el tema es cambiar, reestructurar lo que falla.

“Si hay corrupción en la justicia, hay que rediseñarla. Subir los estándares de exigencias personales y académicas. Hace 25 años, cuando se creó, la Corte Constitucional tenía una gran respetabilidad, 70 % o 75 % de favorabilidad. Hoy tiene 23 %. La confianza depende de lo que hacen sus representantes.

Hay que pensar en renovar esas instituciones y cambiar las reglas de su funcionamiento”, dice.

Dar el paso… juntos

Para Miguel García, además, la tarea tiene que ver con que el ciudadano sea un poco más crítico y no trague entero lo que muestran los medios que, en muchas ocasiones, son casos individuales carentes del contexto real. “Por ejemplo, las alcaldías dicen que los indicadores de seguridad bajan pero ven imágenes de cámaras con atracos en los noticieros y la gente no cree en la institución. Pero no es solo de comunicación y campañas. Es algo muy fuerte.

Por ejemplo, el Ministerio de Salud se esfuerza por mejorar, modifica los precios de los medicamentos, introduce reformas, y el humorista Hassam hace una parodia de la canción Despacito en contra del sistema de salud, con una representación cómica de cosas de sentido común, y se va al carajo la confianza”, explica García. Un paso clave es que el ciudadano empiece a confiar en los otros. “Hay que asumir responsabilidades. No confío en el Estado, entonces no pago impuestos, no soy solidario, no apoyo las propuestas así sean buenas porque desconfío del mandatario.

Debemos empezar por confiar. No criticar sino hacer para ver qué ocurre. 

Es un cambio de mentalidad que puede significar el cambio”, concluye Betsy Perafán, abogada que trabaja la línea de formación ético-ciudadana en la Universidad. Aunque parezca una utopía, Colombia podría cambiar, a juicio de Arango. La clave está en una reforma real. Y quizás se podría llegar a ser un país como algunos europeos o el mismo Canadá donde se respira dignidad humana. “Son sociedades mucho más llevaderas y que permiten que las cosas buenas de la vida florezcan.

Si los colombianos se atreven a hacer un cambio político importante, podría haber una mejora perceptible. Si no siguen eligiendo a los mismos con las mismas. Ya no hay esa amenaza guerrillera o está en una mínima expresión. Ahora hay que soltar la corrupción y pensar que a través del cambio político con propuestas diferentes podría haber mejoría. Se demoraría, pero habría mejora” 
3 de cada 10 ciudadanos están satisfechos con el funcionamiento de la democracia.

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