07/03/2019

¿Puede la música mejorar el sabor de sus comidas?

Imagen de dos tipos de cerveza, para ejemplificar cómo el color y estímulos externos pueden alterar el sabor.
Investigaciones revelan que las personas tienden a asociar distintos elementos sonoros con atributos de los sabores.
Felipe Reinoso Carvalho, PhD
Profesor asistente de Marketing y Comportamiento
Facultad de Administración de la Universidad de los Andes.

Desde hace un poco más de un año soy profesor en Colombia y dedico parte de mi tiempo a estudiar de qué forma lo que escuchamos puede afectar la experiencia de lo que comemos.

En general, busco entender cómo nuestros sentidos interactúan en el cerebro, y cómo es posible utilizar la información que es procesada por uno de nuestros sentidos para, de cierta manera, afectar la percepción de los otros sentidos.

Dentro de este universo multisensorial, lo que más me gusta es estudiar como el sonido llega a influenciar la experiencia de los sabores. Pensemos que nosotros no solo procesamos la información de los sabores con la lengua: ¡casi siempre empezamos a comer con los ojos!

Y una vez que la comida entra en la boca hay una explosión de sensaciones: texturas más o menos crujientes, formas más o menos ásperas, productos más o menos cremosos, bebidas más o menos calientes, más o menos burbujeantes… En este contexto, el sonido también juega un rol importante, aunque muchas veces no pensemos en ello.

Entonces, al manipular sistemáticamente los diferentes estímulos sensoriales que están presentes en estos proceso de comer y beber, podemos llegar a reinventar la experiencia de los sabores.

Este tipo de técnicas y tendencias son cada vez más populares y se las suele referir como Sensploration o Gastrophysics. A mí me gusta pensar  en la música (o al sonido en general) como una sazón extra dentro la culinaria (algo así como sazonar con música - Sonic Seasoning).

En uno de los estudio que publiqué hace un par de años, invitamos a 231 consumidores a beber la misma cerveza, pero de distintas maneras (por ejemplo, escuchando distintos sonidos combinados con distintas presentaciones visuales de la botella de esta cerveza).

De esa manera, llegamos a la conclusión de que las personas tienden a sentir mayor placer cuando toman cerveza escuchando música que hace parte de la identidad sonora de la cerveza. Por ejemplo, al decirle a las personas que la música que están escuchando fue utilizada como fuente de inspiración para la fórmula de esa cerveza, la gente aprecia más el sabor de la misma y está dispuesta a pagar más por tal bebida.

En otros estudios hemos investigado también como las personas tienden a asociar distintos elementos sonoros con atributos de los sabores, y como al combinar estos elementos se puede llegar a realzar la percepción de ciertos sabores. Hemos observado más de una vez que cuando las personas degustan escuchando sonidos graves y fuertes, tienden a percibir los sabores como más amargos, o un trago como más fuerte en contenido alcohólico (pensemos en unos sonidos de trombón muy fuertes sazonando nuestra cerveza y dejándola muy densa, muy fuerte!).

También hemos visto que el sonido suave de un piano, en altas frecuencias y acordes mayores, tiende a realzar la dulzura y suavidad de la textura de un chocolate (en tu próximo desayuno, experimenta beber tu leche con chocolate al sonido de Chopin).

En otros estudios similares también hemos comprobado que música cargada de emociones negativas hace que un licor tenga un sabor más amargo y fuerte. Ya la música que nos llena de emociones positivas, hace que ese mismo licor tenga un sabor menos fuerte y más dulzón.

Este año, aquí en Colombia, estamos empezando a hacer este tipo de experimentos utilizando sabores más locales, como el café y algunas frutas.

Últimamente también estamos dedicados a estudiar como los colores de las bebidas afectan la experiencia de sus sabores. En una de mis publicaciones más recientes vimos que el color de una bebida - en este caso, una comparación entre una cerveza rubia y una negra - afecta la forma en la que la saboreamos.

Mientras que las cervezas que se utilizaron en este experimento tenían el mismo sabor (fueron producidas en laboratorio para tener el mismo sabor, pero colores opuestos), los consumidores que normalmente prefieren saciar su sed con una cerveza rubia, evaluaron la cerveza de color negro como más dulce.

Adicionalmente, antes de saborearlas, al preguntar cuál creían que era la más cara, la gran mayoría respondió que era la negra.

Así mismo, después de degustar ambas cervezas, las personas respondieron que estaba dispuestas a pagar, en promedio, 6% más por la cerveza de color negro, en comparación con cuanto estarían dispuestas a pagar por la versión rubia de la misma.

En este estudio se concluyó que los resultados seguramente se deben al hecho de que las cervezas negras son menos comunes que las rubias, llevando a los consumidores a categorizarlas como un producto más exclusivo/menos usual, y por consecuencia, más caro.

Yo creo que tipo de conocimiento científico tiene mucho valor y potencial de impacto en la sociedad en que vivimos.

Lo más directo es su valor comercial, ya que las marcas están cada vez más interesadas en formas novedosas de llamar la atención, y así generar niveles más altos de compromiso de parte de sus clientes.

Pero hay muchas otras maneras de discutir estas ideas. Pensemos, por ejemplo, en todas las personas que padecen de trastornos alimentarios, las cuales podrían beneficiarse de terapias multisensoriales (por ejemplo, comer mejor y más sano a través de la musicoterapia).

Pensemos también que, en un mundo cada vez más contaminado, y en donde la comida es cada día más escasa, podríamos adoptar otros tipos de alimentos más eficientes, no solo en su producción, sino también en lo que se refiere a factores nutricionales.

Algunos de estos alimentos ya están disponibles, pero tienen sabores poco atractivos. Quien sabe, a través de estímulos multisensoriales podríamos disfrutar de tales comidas sin mayores problemas, ayudando a reducir la presión sobre nuestros recursos naturales y generando mayor bienestar para todos y todas.

Otra cosa que me parece importante de esta investigación es que promueve un dialogo entre las más diversas disciplinas, industrias y comercio, con el universo de la música - y de las artes en general.

De esa manera, se puede fomentar el uso del arte como una herramienta de valorización del conocimiento hacia la sociedad. Estamos de acuerdo que es mucho más fácil - y más divertido! - comunicar una idea a través de una canción, que a través de un reporte científico.

Finalmente, pensemos también en nuestro futuro, un futuro rodeado de máquinas y de mucha tecnología.

Dentro de esta visión, hay un camino que muchos se refieren como “Transhumanismo”, en donde se reflexiona
cómo será el ser humano del futuro.

Aquí les dejo con una pregunta: Llegaremos a tener el control digital de todos nuestros sentidos? Y en tal caso, cuáles serían las implicaciones sociales de estas habilidades?

Pero antes de ir tan lejos, la próxima vez que vayas por una cerveza, ¡no te olvides de brindar con buena música!

Les invito a conocer más sobre mi trabajo en mi blog -> http://sonictaste.weebly.com

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