El incremento en la participación de los jóvenes en las manifestaciones sociales dispone una nueva mirada sobre su incidencia en un cambio de rumbo político para el país. Según Michael Lee Weintraub, profesor de la Escuela de Gobierno, este panorama aún es un incierto.

Weintraub, que también es director del Área de Seguridad y Violencia del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (CESED); e Investigador Senior de Peace Research Institute Oslo (PRIO), entrega una visión académica y reflexiva sobre esta problemática, así como de los fenómenos de violencia, desigualdad, seguridad ciudadana y reforma policial.

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¿La manifestación de los jóvenes se puede traducir en votos?

Michael Weintraub: la pandemia producida por el COVID – 19, el colapso económico, laboral y educativo que enfrenta Colombia, hizo imposible continuar con los estallidos sociales que se venían presentando en las calles del país, así que, creo que existen dudas de que los jóvenes se transformen en un movimiento político, incluso por experiencias en otros países. Teniendo en cuenta que es difícil que se organicen, y que hay una reticencia dentro de algunos sectores en participar formalmente en el sistema electoral por desconfianza; no sabemos cuál sea su verdadera incidencia en las elecciones.

¿Cómo se da la participación de los jóvenes en democracia?

MW: Es imposible imaginar un país más desigual que Colombia, y con la pandemia es más desigual. En ese contexto, hoy en día existen espacios ampliados de participación juvenil: Consejos de juventudes, por ejemplo, pero existe el riesgo de tener tantos canales de participación, que terminan siendo cada vez más débiles. Los jóvenes después no van a tener tiempo o energía para participar en elecciones que luego serán más importantes.

¿Cómo la sociedad debe asumir esa participación?

MW: Creo que hay mucha voluntad, pero debemos capacitar mejor a los jóvenes para formular respuestas o soluciones, proponer ideas, aterrizarlas y que lleguen a los tomadores de decisiones. Que no se queden en el aire por buenas que sean. El papel de la academia ahí es muy importante. 

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¿Qué opina de la labor de las autoridades durante las manfestaciones?

MW: El país está enfrentando problemas de seguridad pública muy grandes y la ciudadanía quiere militarización de las ciudades y está mal, no funciona. Los soldados tienen una formación distinta, están entrenados para la guerra. Así nuestros policías tengan miles de quejas, su formación está dirigida a tener relaciones cercanas con la comunidad; una reforma policial hay que hacerla, la Policía se tiene que transformar, no solo en el contexto de paro, el mundo está cambiando. Esas relaciones ciudadanía/policías  tenemos que mejorarla, asegurar que sea una experiencia positiva. Eso implica transformaciones y cambios.

¿Cree que falta pegadogía para marchar?

MW: Falta pedagogía seguramente, pero también falta cubrir las necesidades de los jóvenes sin oportunidades. La destrucción pública/privada, no deberíamos pagarla nosotros, pues eso implica que no podemos pagar otras cosas por reparar los daños. No es que no deberíamos sancionar a quienes destruyen la propiedad pública. La idea no es desaparecer el conflicto, sino que el conflicto no debe ser violento.

Por ejemplo, las nuevas generaciones han vivido toda la vida sin el conflicto armado y la existencia de regiones Farc. No es que ya no existan conflictos, pero hay una apertura a que podemos imaginar un país sin conflicto armado y sin reclutamiento forzado. Seguirán existiendo retos, pero los jóvenes no estarán sujetos a ese miedo permanente por vivir en sectores de conflicto y ahora pueden ser agentes de cambio. Vivir bajo el mandato del conflicto armado recorta acciones de participación.

¿Al decir 'jóvenes de primera línea' puede existir una especie de estigmatización a la protesta juvenil?

MW: Sí la hay, no me gusta pintar algo en blanco y negro, creo que hay una responsabilidad compartida, sí tienen que protestar deben portarse bien y el gobierno también. La estigmatización no nos ha llevado a un buen punto en este país, por eso debemos intentar otra cosa.

La gran mayoría de las protestas son pacíficas. Recordemos que los viejitos eran jóvenes y tenían deseos y los jóvenes de hoy serán los "cuchos" del mañana. Ser joven significa tener confusión, en cada fase de nuestras vidas existirán crisis y debemos ser más empáticos con los jóvenes, porque lo eramos hace poco. Tenemos que rescatar lo difícil y lo chévere que es sentirse con esa confusión y ayudar a los jóvenes a encontrar la mejor forma de desarrollar su pasión.

Finalmente, ¿qué percepción tiene de lo sucedido en Chile, en donde un jóven apoyado por jóvenes alcanzó la presidencia? 

MW: Las manifestaciones gigantes generan decontento social, esto nos hace pensar en Colombia. Lo que pasó con las elecciones fue una polarización política muy fuerte. El candidato de la derecha era muy de  derecha, con simpatías con el Partido Nazi y un legado muy fuerte de la dictadura de Pinochet. Eso hizo que votaran por un candidato muy de izquierda. Así que sí, los jóvenes han participado, no se puede negar eso, pero creo que fue más polarización. Me pregunto si algo similar podría pasar en Colombia.