13/06/2018

Análisis: "En modo Mundial: No hay periodismo, tampoco importa"

Balones de fútbol en una cancha.
Foto: AFP. El docente Omar Rincón hace un análisis sobre el cubrimiento periodístico y en redes del Mundial de fútbol.
Balones de fútbol en una cancha.
Balones de fútbol en una cancha.
Omar Rincón
Profesor Asociado, CEPER, Universidad de los Andes
orincon@uniandes.edu.co

El fútbol nos gradúa de fanáticos y creyentes de la religión del gol. Los medios y los periodistas nos gradúan de críticos. Y el Mundial nos despierta en los comunes la pasión por el fútbol y la crítica a los medios. Un placer de los mortales es comentar y fanatizar el fútbol y los medios. Y por un mes podremos los súbditos gozar de esta apariencia de protagonismo.

El mundial mediático

No hay evento mundial al que vayan tantos medios y periodistas. El Mundial más que jugadores cuenta con autodenominados periodistas. Por eso los medios hacen el Mundial: lo convierten en noticia y ganan millones vendiendo emociones. Cada medio envía tropas humanas para “cubrir” el evento. Y eso hacen: cubrir, no narrarlo o contarlo.

Millones de periodistas de todas las lenguas y estilos van al Mundial para cubrir y decir y describir lo mismo, hacer lo mismo. Van tantos, y van para decir lo mismo. Y tal vez esta es la tragedia mediática: todos ven lo mismo, luego dicen lo mismo: se reúnen en el mismo centro de prensa, ven los mismos televisores, hacen las mismas entrevistas. Nunca ha habido tan pocos modos de decir: el periodismo del mundial significa millones de modos de repetir lo mismo.

Pero no importa: el partido dura 90 minutos, pero se conversa todo el día en medios y redes. Y ahí los periodistas son unos genios porque pueden hablar al infinito sobre la nada. Inventar argumentos sin razones, cambiar de opiniones al instante, buscar la polémica gratuita. Y hacer eso es muy difícil.

El periodista de fútbol es un hincha

En el fútbol los periodistas no buscan la verdad, ya que esta no existe en este juego. El periodismo de fútbol solo expresa su pasión: esos modos de ponerse la camiseta de su equipo, patrocinador, odio o negocio. No importa: esto es sobre pasiones, los hinchas no queremos objetividad ni verdad, queremos pasión.

Por eso al Mundial no van periodistas, abundan los narradores de emociones inventadas, los comentaristas de táctica y adjetivo rápido, los analistas de escándalos. Sus parloteos de radio, tv, prensa y redes son la expresión de pasiones sin razones ni argumentos: su valor no es la verdad, sino decir lo que los normales sentimos ante la pelota.

No van periodistas, solo hinchas. Y esa es la belleza de que el “periodismo” del fútbol no sea periodismo: que no hay verdad, se venden emociones, por eso gana el que más emociona (como en la política).

Periodismo de redes

Para este Mundial la noticia van a ser las redes. Los periodistas van a descansar un poco de sus odios analíticos: casi siempre se analiza contra alguien llamado colega, técnico, jugador. Y se van a concentrar el soberano: el pueblo: el hincha.

Las redes graduarán a cada hincha de periodista, comentarista, narrador y odiador profesional. Las redes van a ser la noticia del Mundial: tanto que los periodistas las seguirán. Los periodistas serán súbditos de redes: leerán lo que digan Facebook, Twitter e Instragram: y dirán que es el hincha al poder.

Los hinchas

Y no está mal que ganen las redes, que los periodistas pierdan la verdad, que se converse y mucho sobre la nada. Es más, no importa porque el fútbol no es lo que se juega sino lo que se conversa. Los hinchas sabemos que somos los reyes: que quieren nuestra atención, que quieren que los veamos/oigamos/leamos.

Por eso, los medios se convierten en súbditos de nosotros los comunes: los hinchas. Algunos periodistas se quedarán en el adjetivo impune, y no importa, así nos comportamos y somos los hinchas.

Si medios y redes conversan al infinito, con esto nos basta. No importa que los medios no hagan periodismo porque cada día, en cada partido, en cada juego habrá alegrías, amores, tragedias, comedias e historietas para conversar.

Ojalá aparezcan periodistas que hagan la diferencia al buscar lo sublime en una historia para que nos dejen sus relatos para vivir cuatro años más.

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