31/03/2016

'Hemos fallado en perseguir la droga'

avioneta fumigando cultivos

Productores y consumidores han pagado los platos rotos del narcotráfico

Productores y consumidores han pagado los platos rotos del narcotráfico. Más vale perseguir a las redes criminales, dicen expertos.

"Nos vendieron muy bien la idea de que el productor cocalero era el malo. Como el origen de toda la perversión. Y nos convencieron de que el consumidor es un criminal". Con esta frase de José Carlos Campero, economista y politólogo boliviano experto en políticas antidroga, se resume el panorama general de su país, que no dista mucho del de Colombia.

Tanto productores como consumidores están, al fin y al cabo, en los extremos de la cadena de ese negocio que deja millonarias ganancias a las redes pero que también deja un promedio de 190 mil muertos al año.

Y, como dice Julián Wilches, exdirector de Drogas de Ministerio de Justicia de Colombia, es cierto que las drogas son un asunto de salud pública, pero también tienen que ver con la falta de educación, empleo y desarrollo sostenible.

Lo dice con la conciencia de que la estrategia de perseguir la droga, fumigar los cultivos y erradicarlos manualmente o sustituirlos no ha sido efectiva.

Fumigar resultó altamente ineficiente. Entre 2003 y 2014 se fumigaron 1,4 millones de hectáreas y solo se redujo el área sembrada en 14 mil hectáreas. "Esa proporción no aguanta un análisis de eficiencia", dijo en una charla de la serie Crimen, Narcotráfico y Posconflicto, organizadas por la Facultad de Derecho.

Y en cuanto a la sustitución, señaló que el fracaso tiene que ver tanto con la incapacidad de competir con los ingresos como con la falta de presencia del Estado en los territorios. "Allí la gente no se siente parte de un proyecto social", explica.

De ahí la conclusión de que los países andinos "hemos fallado en perseguir las drogas", porque en esa cruzada se han dejado de lado las comunidades. "Hemos enfrentado los cultivos pero no hemos hecho nada para afectar la vulnerabilidad de los territorios".

Son los mismos vacíos de los que habla Bruce Bagley, doctor en Ciencia Política de la Universidad de California y profesor de la Universidad de Miami, cuyo interés ha estado centrado en Latinoamérica, especialmente en drogas y seguridad.

Para él, uno de los 'incentivos perversos' de la política antidrogas son los espacios que deja sin llenar el Estado colombiano. Se refiere tanto a la falta de presencia histórica como a los que van quedando con la lucha contra los carteles. "Hay una reconfiguración del crimen organizado en la que las bandas criminales están tomando el espacio que les dejan las Farc y los grandes carteles de antes", señala.

Además, habla de la corrupción y de las 'fronteras porosas' que deja el Estado en las zonas limítrofes. "Están abiertas y muy calientes".

Sin embargo, para él, la mayor debilidad en la lucha contra las drogas está en seguir considerándolas ilegales, dado que "el modelo prohibicionista fomenta los altos precios para un producto que es muy fácil de cultivar y que, por lo tanto, deja ganancias extraordinarias".

En ese sentido, recomienda seguir los pasos que está dando Estados Unidos en términos de legalización de la marihuana (y considerar incluso las que llama drogas heroicas: como la cocaína y la heroína) y penalizar únicamente cuando estén asociadas a conductas violentas. "Hay que inventarse un sistema en el que se produzca bajo monitoreo del Estado, pero legalmente", insiste.

Además, sugiere establecer relaciones de cooperación con inteligencia en tiempo real, sanear la policía, profesionalizarla y dotarla de herramientas modernas para combatir el crimen y el narcotráfico.

Mientras tanto, este país seguirá siendo Macondo ante sus ojos. "Ese lugar que siempre ha costado explicar".

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