17/02/2017

“La paz implica respeto, voluntad y oportunidades”

Manifestaciones sociales por la paz
Durante el proceso de paz, los ciudadanos se tomaron las calles y los parques para manifestarse a favor de la paz. 

“A los 22 años me di cuenta de que era inteligente”. A esa edad descubrió una versión de sí misma que no conocía. Con dos hijos y su hermano menor bajo su custodia, empezó a hacer realidad su primer sueño de la vida civil: ser bachiller. Los miedos se volvieron sutiles cuando entendió que podía hacer cosas para bien y convirtió la educación en su carta de navegación. Había pasado 9 años en las filas del Eln hasta que la muerte violenta de su madre y un hermano, y fracturas entre sus convicciones y la forma de proceder de su organización le torcieron el destino. Como entró, salió: por decisión propia y silenciosa. Becada por mérito académico se hizo profesional, y gracias a esa mezcla de suerte y coraje que tienen los optimistas, ha conseguido todo. Fue investigadora en asuntos de paz y ahora es docente universitaria.

En su discurso prima lo social. Por eso ve en términos de movilidad colectiva la verdadera materialización de la paz. Se refiere a las oportunidades, porque justamente su ausencia los llevó a ella, y a muchos que encontró en el camino, a decidirse por la insurgencia. “La paz implica respeto, voluntad y oportunidades. Respeto por la vida, las formas de pensar, los contextos, las condiciones culturales, sociales, políticas… Voluntad de los sujetos para aportar en su construcción. Y oportunidades para acabar con la pobreza y la desigualdad. En la medida en que todo se dé podría pensarse en una sociedad justa, equitativa y en paz”.

Esperanzas e ilusiones

Su mayor anhelo es que todos aprendamos a interactuar con los que vienen de la guerra. “Este proceso de paz no resuelve todos los problemas, pero es un inicio y nos marca una ruta. La paz no puede pensarse solo en términos de la negociación y los acuerdos. La paz se da en la cotidianidad, porque es allí donde se encuentran las opiniones diferentes, las víctimas, los excombatientes… Tengo la ilusión de que aprendamos a escuchar, a entender al otro”.

Miedos

Reconoce la voluntad de las Farc de sentarse para intentar ponerle fin a la confrontación armada. Por eso, 14 años después de haber renunciado a las armas y haber hecho un tránsito tortuoso hacia la reintegración a la vida civil, su mayor miedo es que la sociedad rechace el proceso y los guerrilleros deban darse la vuelta por el mismo camino por donde llegaron. “Que tengan que darle la espalda a la paz, aun en contra de su voluntad. Eso significa más muertes de un lado y del otro. Y ya no aguantamos más”.

Reconciliación y perdón

¿Quién es la víctima y quién el victimario? En la complejidad del conflicto hay líneas muy difusas. El asesinato de su madre y de su hermano cuando militaba en una organización insurgente la confrontó con su propio rol. “¿Para qué?”, se preguntó una y mil veces. “¿Todo eso, para qué?”, recuerda entre sollozos. Escogió el perdón. “Quedarse en la lógica de la venganza es una cadena perpetua, es como morirse con los que ya se murieron. No los voy a recuperar, pero perdonar libera”.

¿Qué le dará a la sociedad y qué espera de ella?

“La respuesta clásica sería: que nos den la oportunidad”. Ella propone, más bien, que la sociedad se dé la oportunidad. De entender, de conocer, de escuchar… A veces siente que se habla en una sola vía, como si abrir la puerta fuera suficiente. Y claro que es un paso, pero de lado y lado debe haber voluntad. Si la sociedad brinda las condiciones materiales, puede esperar decisión de quienes se reincorporan a la vida civil, y una reconfiguración de sus aprendizajes para ponerlos en función de nuevas dinámicas. “Ningún excombatiente debería desechar el pasado, sino utilizarlo para una nueva apuesta en un escenario distinto”.

Sobre la Maestría en Construcción de Paz

“Durante mucho tiempo tuvimos el discurso de la guerra y la posibilidad de la paz no era visible. Ahora hay escepticismo porque no la hemos conocido”. Pero La Maestría en Construcción de Paz es, en sí misma, un escenario de paz. “En ella están sentados todos los sectores y es maravilloso porque todos hemos sido incluidos. Estar aquí es confirmar que nos estamos creyendo que viene la paz”. Para ella, cuyo primer gran anhelo era terminar el bachillerato, estar becada en Los Andes por una iniciativa estudiantil (Ver Liderandes, un sueño real) implica cambiar los estereotipos que tenía frente a la conciencia social de los jóvenes. “Esta es la prueba de que todos necesitamos de los otros para pensarnos esta paz”.

Liderandes, un sueño real

LiderAndes nació en 2014 como un sueño del Consejo Estudiantil, donde están representados los estudiantes de todas las facultades, para financiar por completo la carrera de una persona con cualidades sobresalientes de liderazgo. Para 2016, la idea creció y se transformó. Querían ir más allá y hacer un aporte a los tiempos de paz del país. Entonces surgió la idea de becar a un excombatiente de la guerra.

Empezar a darle formal al nuevo sueño fue el inicio de un largo camino. Y de un periodo de duras negociaciones que se enfrentaron con diálogos y argumentos. No todos estaban de acuerdo. Algunos creían que becar a un solo protagonista de la guerra en Colombia no hablaba de la complejidad del conflicto: un solo actor no representa la situación. 

Otros, que desaprueban lo firmado en La Habana, argumentaron que quienes han cometido delitos graves deben pagar cárcel antes de ir a la universidad. Y hubo unos más que abandonaron el grupo. Luego de ir y venir; de buscar asesoría con el Departamento de Ciencia Política de la Universidad y de llegar a acuerdos y desacuerdos definitivos entre ellos, el sueño se concretó con el propósito de buscar financiación para tres becas en la Maestría en Construcción de Paz.

Tres actores del conflicto, entre excombatientes y víctimas, estudiarían en Los Andes. 

Fue así como 120 embajadores de LiderAndes se la jugaron toda por su idea y el 19 de mayo la Universidad les agradeció su esfuerzo. Ellos donaron su tiempo y se repartieron por muchos lugares del campus invitando a estudiantes y profesores a donar. Recibían de 5000 pesos en adelante porque entendieron que cada quién da de acuerdo con lo que tiene y que lo más valioso es ver cómo todos se dejaron contagiar por la intención. 

Los resultados sobrepasaron las expectativas de LiderAndes y de la Universidad. Duplicaron la meta y consiguieron seis becas. Así que dos víctimas, dos reinsertados y dos militares pueden cursar la Maestría en Paz en Los Andes. Tres ya comenzaron sus estudios y los restantes lo harán en 2017. Ellos se suman a otros dos jóvenes a quienes LiderAndes benefició entre 2014 y 2015 para que hagan su pregrado en la Universidad.

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