25/01/2019

El secreto del éxito

Retrato de Carl Henrik Langebaek Rueda, vicerrector Académico de la Universidad de los Andes.

Carl Henrik Langebaek Rueda, vicerrector Académico de la Universidad de los Andes.

Los Andes nació como una universidad diferente en 1948. Y diferente quiere decir que nació innovadora, porque no solo hizo las cosas distintas, sino que las hizo mejor. Todo ello se debe a decisiones conscientes de nuestros fundadores. Primero, nacer independiente de los partidos políticos y del Estado, que en ese momento eran lo mismo. Segundo, nacer orientada al pensamiento liberal, donde se respetarían las diferentes corrientes de pensamiento y se valoraría el rigor y la calidad por encima de cualquier otra consideración. Tercero, mantener la independencia con respecto a los credos religiosos. Y, la más importante, que los fundadores no se convirtieron en dueños de la Universidad, es decir que genuinamente la institución nació sin ánimo de lucro, pero sí con una enorme vocación de servicio. 

Aparte de lo anterior, que quizá mucha gente conoce y valora, la Universidad fue innovadora en lo pedagógico. Ya en 1948 los fundadores imaginaron y construyeron una universidad que prefirió la formación científica y humanística amplia en vez del exceso de profesionalización, que valoró y exigió el trabajo autónomo del estudiante como requisito para el aprendizaje en profundidad, que evitó cuidadosamente la sobrecarga, y le dio valor a la electividad y al trabajo interdisciplinario, así como a la formación en una segunda lengua. Eso, además de la introducción del sistema de créditos para facilitar la movilidad entre programas y valorar el tiempo de dedicación del estudiante; de los periodos semestralizados en vez de anuales, y, muy importante, de la figura del profesor consejero, que cumplió con la idea de forjar estrechas relaciones entre estudiantes y alumnos y orientar a los primeros en el desarrollo de su autonomía.

Hoy en día mucho de lo mencionado se asume como algo natural, no solo en la Universidad de los Andes sino en muchas otras que han terminado por adoptar buena parte de las innovaciones Uniandinas. Pero quizá no lo deberíamos tomar como algo natural. Esa realidad que imaginaron los fundadores debe ser continuamente trabajada y mejorada. De lo contrario, Los Andes corre el riesgo de no ser más la excelente y muy diferente institución que tenemos. 

La preocupación por la calidad docente siempre ha sido eje fundamental de la misión de la Universidad de los Andes, lo cual no riñe con la idea de ser una universidad fuerte en investigación, puesto que las dos actividades se complementan y se enriquecen. A través de los años, las reflexiones curriculares, si se examinan con cuidado, siempre han estado orientadas a preservar y profundizar, en tanto se ha podido, el espíritu de esos jóvenes que con visión amplia transformaron la educación en Colombia. Los Andes nació innovadora y diferente, y no se contentó con hacer lo mismo de los demás. Lo mejoró. Ese fue, y es, el secreto del éxito.
Ese fue, y es, el secreto del éxito.

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