Madeline Gannon fue panelista principal del evento de arquitectura y diseño más grande del país: Pabellón 2023, organizado por la Universidad de los Andes. Gannon se considera una exploradora del tiempo, que busca vivir en el futuro para identificar diversas posibilidades gracias a la robótica. A diferencia de algunos científicos cuyo objetivo es automatizar robots y su comportamiento, Madeline hace de su existencia algo más poético, permitiéndoles coexistir con los humanos y dejándolos actuar libremente.
 

Siendo arquitecta, ¿qué la llevó a trabajar con robots?
 

Fue un completo accidente. Cuando estaba en la escuela de arquitectura, los robots estaban empezando a entrar en este campo y se ampliaban los límites de la imaginación.

Fue entonces cuando encontré un robot en un sótano, pero nadie sabía cómo usarlo. Lo interesante cuando se tiene acceso a una herramienta realmente genial que nadie sabe cómo usar, es que uno nunca aprende lo que no se supone que debe hacer con ella.

Así que hice todo lo que no se suponía que debía hacer con ese robot, que es: tocarlo, tenerlo cerca, interactuar con él. Por accidente, encontré esta nueva área de especialización que nadie estaba buscando.

Todo el mundo estaba pendiente de lograr la automatización en esta herramienta y yo estaba buscando la interacción y pensando sobre la capacidad de tomar mi formación como arquitecta y mis sensibilidades de cómo la gente se mueve a través del espacio e incrustarlas en el interior de estas máquinas que tienen cuerpos y co-existen en el espacio con nosotros.


Usted constantemente menciona que tiene la misión constante de vivir en el futuro, ¿qué significa esto?
 

Pienso eso de mí misma. Me han llamado de muchas maneras: arquitecta, artista, científica, ingeniera, pero en realidad yo me considero una exploradora del tiempo. Yo busco vivir en el futuro y explorar las diferentes posibilidades.
 

¿Cómo enfoca el diseño de estas interacciones entre los robots y los humanos para que sean más intuitivas o atractivas para las diferentes comunidades o culturas?
 

Para mí, eso es lo que aporto de la arquitectura a la robótica, conseguir que interactuemos con estas máquinas, no a través de un ordenador, sino como hablamos con cualquier otra criatura viva y que respira, no a través del zoom. Tus equipos, ya sabes, tu conexión espacial con las cosas que te rodean se comunican tanto y siempre estás leyendo lo que está pasando y siempre estás proyectando tus pensamientos internos a través de tu cuerpo y el espacio. Y tenemos herramientas que nos permiten leer eso y codificarlo. Y pueden transmitir ese conocimiento a las máquinas que están en ese espacio contigo.


¿Cómo es el funcionamiento de sus robots, cómo están programados?
 

Los robots tienen sensores que están incrustados en el ambiente y los sensores saben identificar cómo se debería ver una persona, cómo es el esqueleto, dónde están la cabeza, las manos, las caderas, etc.

Normalmente cuando se programan robots, se les dice: haz esto, ve a allá, deja de hacer esto, regresa, etc. Y listo, esa es la vida que tendrán siempre, así será su existencia. Pero lo que yo hago es darles un área por donde se pueden mover como quieran. Les permito existir, estar vivos. Y cuando alguien se acerca, eso los estimula y los atrae o los repele, les despierta curiosidad o emoción. Es una manera no de controlarlos y darles órdenes sino permitirles coexistir con nosotros.

Son las mismas herramientas, el mismo hardware, la misma tecnología de cualquier robot, pero invertida para que sea una experiencia más poética.


¿Alguna vez se ha sentido intimidada por un robot?
 

Claro que sí. Son intimidantes, enormes. Podrían aplastarme. Pero eso es parte de lo divertido de la experiencia. Te sientes como si estuvieras frente a un león, un oso u otro animal muy grande. Y ahí es donde aprovecho mi formación como arquitecta, hago todo lo que puedo en los entornos físicos para que sean lo más seguro posible sin que las personas sientan la barrera. Hay capas de seguridad para que se pueda tener una experiencia mágica sin preocuparse por lo técnico.


¿Cuál es la motivación principal detrás de la búsqueda de esta conciencia en los robots?
 

Encontrar esa conciencia es mi aporte desde la arquitectura a la robótica, es conseguir que interactuemos con las máquinas sin necesitar un ordenador, sino como hablamos con cualquier criatura viva y que respira.

Tu conexión espacial con las cosas que te rodean comunica mucho, y siempre estás leyendo lo que está pasando y proyectando tus pensamientos internos a través de tu cuerpo y el espacio. Ahora tenemos herramientas que nos permiten leer eso y codificarlo, para luego transmitir el conocimiento a las máquinas que están en ese espacio contigo.

En cuanto a la motivación, hay una externa y una interna. La motivación externa es vivir en el futuro, ver si puedo pararme en el borde de lo que es posible hoy y ver cuál es ese futuro que nos espera. Hacerlo realidad y luego informar a todo el mundo de lo que podría ser.

La motivación interna es querer lograr algo increíble. Siento la responsabilidad de explorar cosas, con el conocimiento que tengo de cómo funciona el espacio y cómo funciona la máquina para poder unirlos. Me encanta el trabajo de la robótica arquitectónica y la robótica en general, pero hay tanta gente que ya puede hacerlo. Así que como alguien que está realmente tratando de estar en el borde de lo que es posible, tengo que encontrar algo en lo que solo yo puedo contribuir, para empujar en una dirección ligeramente diferente a todos los demás.


Las películas y los libros muestran muchas veces un futuro temeroso frente a los robots y a lo que podrían hacer en un futuro. Frente a esto, ¿hay algún riesgo en la búsqueda de la conciencia de las máquinas?
 

El desafío de los artistas que trabajan con la tecnología es encontrar el antídoto a lo distópico, al pesimismo, a todas las cosas a las que realmente tememos. Esos mitos se remontan a través de las culturas, a través del tiempo y se apoderan de las personas. Ese es un arquetipo común en la narración y allí hay muy buenas lecciones que aprender. Por eso siento que la robótica necesita más poetas porque necesitamos nuevas narrativas. Necesitamos narrativas que nos guíen, que puedan ser esa estrella que nos guíe hacia el futuro que realmente queremos. Así que no estamos huyendo de lo que no queremos. Nos movemos hacia lo que queremos.


¿Ha visto alguna diferencia entre culturas sobre cómo perciben a sus robots?
 

Creo que en todas las culturas la gente tiene miedo a estas máquinas, especialmente los robots que yo utilizo porque son de fábricas y son un símbolo de nuestros miedos, de todo lo que Hollywood y las películas refuerzan. Por eso hay un escepticismo general y ansiedad.

El trabajo que hago quiere que se sientan asombrados y maravillados por el tiempo en el que estamos viviendo. Esa es mi ambición cuando trato de tomar estas cosas que dan miedo y encontrar un poco de humor y una reacción de fascinación por el mundo en el que vivimos, donde las cosas cobran vida.


En un futuro, ¿cómo será la relación entre humanos y robots?
 

Creo que esto aún está por definirse. Lo que espero es que haya muchas direcciones diferentes, desde un rol de compañía, asistencial, entre otros. Incluso, en casos para personas en silla de ruedas o con alguna discapacidad, podrán ser extensiones de su cuerpo en donde no se piense el robot y el humano por separado, sino como un conjunto. Hay una enorme gama de oportunidades que, con suerte, los artistas, diseñadores y arquitectos podrán definir, porque sería mucho más placentero que si lo hacen los ingenieros.


¿Deben los profesionales del futuro pensar en una arquitectura que integre los robots?
 

Los robots van a entrar en nuestro espacio, piensen los arquitectos en ellos o no. Así que parte de la razón por la que me encanta hacer estas exposiciones que no están en el contexto de la investigación, sino en el contexto cultural, es para inspirar a las personas y que reflexionen sobre cómo un artista o un poeta piensan su relación con la tecnología, que es muy diferente a la manera en que un ingeniero lo hace.

La tecnología se cruza con la sociedad, por eso yo espero mostrarles a las personas que es más accesible de lo que pensamos, es aprender un nuevo idioma. Y una vez esto se aprende, es posible cambiar la manera de ver el mundo para empezar a dar forma y moldear cómo esta tecnología se cruza con la sociedad.


Sobre Pabellón 2023
 

De octubre 11 al 13 se llevará a cabo Pabellón 2023, una conferencia internacional de tres días en la Universidad de los Andes (Bogotá), donde se presentarán proyectos de creadores, diseñadores, arquitectos y artistas a través de diversos formatos.

El evento contará con una agenda que incluirá presentaciones, exhibiciones, performances, visitas a estudios, actividades y conferencias a cargo de la diseñadora Dra. Madeline Gannon, la arquitecta Cazú Zegers, el arquitecto Giancarlo Mazzanti, el artista Gabriel Barcia-Colombo, discurso inaugural a cargo de la Dra. Silvia Restrepo y un performance más conferencia de cierre a cargo de la Unidad artística Maywa Denki.

Conoce más sobre Pabellón aquí
 

Escrito por:

Isabela Diazgranados Correa

Periodista